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Figura Potencial

INNOVACIÓN TECNOLÓGICA. UNA REALIDAD EN EL NOTARIADO DE LA CIUDAD DE MÉXICO
Marco Antonio Ruiz Aguirre
Presidente del Colegio de Notarios de la Ciudad de México

En el mes de abril del presente año se conmemoraron los 500 años de la fundación de Veracruz. Si nos remontamos en el tiempo a esa época, hay que recordar que Hernán Cortés había sido enviado por el gobernador de Cuba, Diego Velázquez, a una expedición de exploración a las costas del Golfo de México, con la prohibición expresa de conquistar territorio alguno y mucho menos incursionar en tierra continental.

Hernán Cortés contaba con una preparación jurídica, gracias a su práctica como escribano del rey, oficio que había desempeñado en primer lugar en Santo Domingo en el Ayuntamiento de Azúa y posteriormente en Baracoa, primer Ayuntamiento constituido en la isla de Cuba por Diego Velázquez.

No obstante, la prohibición para incursionar, Hernán Cortés fundó el Ayuntamiento de la Villa Rica de la Vera Cruz para ser nombrado posteriormente Capitán General, con lo cual se desligó jerárquicamente de Cuba, ya que las villas dependían directamente del rey.  Lo anterior fue asentado en actas por Diego Godoy, quien dio fe de tales acontecimientos como escribano del rey, acompañando a Cortés a lo largo de su expedición, tal y como lo relata éste último en sus Cartas de Relación de la Conquista de México.

De la misma manera en que el escribano Diego Godoy dio testimonio de los actos más importantes en el proceso de la conquista, los acontecimientos cotidianos de las personas, así como los eventos históricos y culturales relevantes, han quedado asentados en actas notariales, las cuales son dotadas de un valor probatorio de autenticidad.

Esta función de presenciar y asentar por escrito los acontecimientos destacables de una sociedad, se ha manifestado de diversas maneras en las distintas culturas que forman la historia de la humanidad. Quién no ha escuchado hablar del escriba egipcio, cuyas referencias se remontan hasta antes del año 2,500 a. C. De la misma manera, los griegos tenían a los Mnemones y los aztecas al Tlacuilo; con un alto grado de preparación y conocimientos, todos ellos se encargaron de dejar constancia por diversos medios, de los hechos o actos que se desarrollaban y se realizaban ante su presencia.

Desde hace más de 70 años, la única manera de acceso a una notaría en la Ciudad de México, es a través de un examen de oposición. Lo anterior significa que todos los notarios en funciones en la capital, obtuvieron su patente al haber triunfado en un examen público y transparente de oposición garantizado por la ley. De esta manera, la carrera notarial consiste en una ardua preparación teórica y práctica, no solamente en las distintas ramas jurídicas relacionadas con la función, sino también en una formación deontológica personal. Gracias a esta formación, el notario, como profesional del Derecho e investido de fe pública, puede asesorar, recibir, interpretar y redactar de forma legal la voluntad de las personas que acuden a solicitar sus servicios.

La Constitución Política de la Ciudad de México establece como un derecho humano a la seguridad jurídica, al derecho que tiene la persona al servicio notarial, amén de que la Ley del Notariado de la misma, considera esta función una garantía social.

Por otra parte, debemos mencionar que, conocimiento, cultura, religión, economía, política y, en general las instituciones, han ido evolucionando y se han sabido adaptar en mayor o menor medida, a las distintas épocas, a los avances científicos y tecnológicos. El avance informático del siglo XXI ha llevado a la sociedad a una nueva disyuntiva; el día de hoy, conceptos como la inteligencia artificial o “la inteligencia de las cosas”, son comunes en nuestra sociedad. ¿Cómo debe aprovecharse ese avance tecnológico para que esté al servicio del hombre? ¿La “modernidad” trae aparejado el desplazamiento de la persona?

Frente a esta coyuntura, podemos decir que el notariado ha tenido la capacidad de adaptarse a las distintas realidades y necesidades tanto de las personas como del Estado. Su actividad se ha ido transformando al ir incorporando, como en ninguna otra rama dentro del ámbito jurídico, los nuevos recursos tecnológicos sin modificar la esencia de su función. El notario mediante su actuación, continúa dando certeza jurídica, y promueve la cultura de la prevención fortaleciendo el Estado de Derecho y la paz en la comunidad.

500 años de presencia en México, han demostrado la eficiencia del notariado para satisfacer una necesidad esencial en todo Estado de Derecho: la certeza jurídica. Así, la dación de fe pública ha evolucionado para adaptarse al flujo de la información y las tecnologías, desde tiempos de la imprenta de Gutenberg, pasando por el telegrama, el fax, la inyección de tinta, la fibra óptica, la telecomunicación satelital y las redes informáticas. Tanto la estilizada caligrafía de los documentos redactados por nuestros antecesores, como la utilización en nuestros días, de un código binario en la certificación de documentos digitales en la era de la información, representan la capacidad de la institución notarial para  adaptarse al avance tecnológico.

Al vivir en un Estado de Derecho, es fundamental que, tanto las relaciones entre particulares como las existentes entre éstos con el Estado en todos sus niveles, estén dotadas de seguridad jurídica, y es justamente ahí, en donde toma especial relevancia la función del notario, que se puede definir como: el profesional del Derecho investido de fe pública por el Estado, que tiene a su cargo recibir, interpretar, redactar, sustentar y dar forma legal a la voluntad de las personas que ante él acuden, y conferir autenticidad y certeza jurídicas a los actos y hechos pasados ante su fe, mediante la consignación de los mismos en instrumentos públicos de su autoría; también actúa como auxiliar de la administración de justicia, como consejero, árbitro o asesor internacional, en los términos que señalen las leyes aplicables.

En nuestro sistema jurídico romano-germánico, la función notarial implica una gran responsabilidad, y nos referimos no solamente a la que se deriva por ser fedatario público.

El notario es un particular, un profesional del derecho que como hemos señalado, confiere autenticidad y certeza jurídica a los actos y hechos pasados ante su fe, mediante la consignación de los mismos en instrumentos públicos de su autoría, y cumple además, con una altísima función social de servicio a la ciudadanía, como lo son a manera de ejemplo, la regularización de la tierra (jornadas notariales),  programas de otorgamiento de testamentos (Testamento para adultos mayores, la campaña “Septiembre, Mes del Testamento”), la promoción del otorgamiento del documento de voluntad anticipada, la participación en la Mesa Legal en el proceso para la reconstrucción integral de la Ciudad de México derivado del sismo de 2017, entre muchas otras.  Coadyuva con el Estado de manera autónoma e imparcial en materia fiscal, y control administrativo mediante los registros, retenciones y avisos que envía a las distintas dependencias gubernamentales

Hoy podemos afirmar que certeza y seguridad jurídica e innovación tecnológica han logrado combinarse en pleno siglo XXI. La nueva Ley del Notariado para la Ciudad de México (publicada en la Gaceta oficial de la Ciudad de México el 11 de junio de 2018) y su Reglamento (publicado el 1 de octubre de 2018) significan un gran paso en la modernización de la función notarial y ponen al notariado de la Ciudad de México a la vanguardia en este tema no solamente a nivel nacional sino también en la comunidad internacional; la firma electrónica notarial contemplada en la ley como equivalente a la firma autográfica y el sello de autorizar del notario, incorpora elementos biométricos con lo cual se fortalece el carácter de autenticidad de documento público a los documentos digitales expedidos por el notario. Por otra parte, se da matricidad electrónica al apéndice electrónico de cotejo con lo que se elimina el soporte papel. La “Red Integral Notarial” a través del “Índice Electrónico” se constituye también como una Web Service que permitirá el intercambio y el envío de información por medios telemáticos de manera expedita ya que el desarrollo de la plataforma se realiza conforme a las políticas de gobierno electrónico y digital en los diversos niveles de gobierno y, en especial, con la Agencia Digital de Innovación Pública creada en la presente administración por la Jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum, todo lo anterior en beneficio de la ciudadanía.

Mucho se ha debatido sobre si el Blockchain reemplazará al notariado. Mi opinión es que la tecnología Blockchain es una herramienta que sin lugar a dudas complementará la función de los notarios públicos pero difícilmente los sustituirá. A diferencia del notario anglosajón en el cual la participación del notary public se limita a ser un testigo calificado afirmando exclusivamente que una persona puso su firma y la identificó pero sin participar en la redacción del documento, el notario latino, como jurista, desempeña su función siendo un asesor de las partes, interpreta la voluntad de las mismas para posteriormente redactar, leer y explicar el documento el cual es autorizado por él con el reconocimiento de documento público auténtico ya que el notario también revisa la legalidad del contenido del instrumento público. Lo anterior difícilmente puede ser reemplazado con criptografía y algoritmos.

Como se ha dicho, esta modernización pone al notariado de la Ciudad de México a la vanguardia en innovación en tecnologías de la información y comunicaciones; todo ello, sin que representen un reemplazo, desplazamiento o eliminación del notario como garante de la seguridad jurídica en los actos y hechos pasados ante su fe, sino por el contrario, son factores que contribuyen a su fortalecimiento y a un desempeño más eficiente.

Como hemos podido advertir, el notariado no solamente ha estado presente en los eventos cotidianos e históricos más importantes de la humanidad, también se ha ido adaptando con el paso del tiempo a las nuevas realidades. Hoy, la tecnología informática es una herramienta esencial en la actividad del notario, como en el pasado lo fueron el papiro, la tiza y los juncos; las plumas de ave remojadas de tinta y las tábulas; el protocolo y la imprenta; las máquinas de escribir y las computadoras o servidores.

De este modo, el notariado en el siglo XXI refrenda su vocación histórica de compromiso, responsabilidad, profesionalismo, imparcialidad, independencia y solidaridad social; tareas que requieren de una sensibilidad, interpretación, análisis y conocimiento que no pueden ser sustituidas por la inteligencia artificial.

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