Su relación con una mayor productividad personal, laboral y económica
Artículo por: Luis Duarte
Lo primero que llega a la mente humana después de escuchar la palabra “alto rendimiento” seguramente tiene algo que ver con la palabra atleta. Y, ¿de dónde proviene la palabra atleta? Si hacemos un pequeño viaje por el tiempo y retrocedemos a la antigua Grecia, descubriremos que la sociedad inducía a las personas a realizar actividades físicas para mejorar el intelecto y la capacidad cognitiva (atención, percepción, memoria, resolución de problemas, comprensión, establecimientos de analogías, entre otras). La palabra atleta se traduce como la persona que compite. Y en esos ayeres, los atletas eran de la sociedad élite, —además de los que obtenían títulos privilegiados para combatir al lado del rey y ser alimentados por la patria—, pues eran personas ejemplares que lograban obtener una fuerza, agilidad, resistencia o velocidad mayor a la del promedio, y, en consecuencia, una grandiosa aptitud física competitiva. Pero antes de llegar a ser atleta, la palabra que le dio origen fue la palabra “asceta”.
En muchas tradiciones religiosas, la ascética es un modo de acceso místico. En Occidente, las primeras doctrinas ascéticas surgieron en la Antigua Grecia con la práctica del entrenamiento o ejercicio físico o militar, pero también con el ejercicio de la virtud. Sin inclinarnos hacia ninguna corriente religiosa en específico y buscando el sendero del alto rendimiento, la palabra “áskesis” del griego —ejercicio, preparación para una prueba—, es un término procedente de la práctica gimnástica que Platón aplicaba al ámbito de la moral para referirse a la actividad del alma en pos de su liberación de lo corporal, a fin de regresar a su lugar de origen. El ejercicio de una rigurosa autodisciplina, especialmente la autodisciplina mental practicada como un medio para el crecimiento espiritual. El procedimiento para demostrar autocontrol y determinación de acción y propósito. Visto desde un punto óptico general, también buscaba obtener un alto rendimiento. Del asceta que antecede al atleta. El asceta buscaba, a través del ejercicio mejorar el plano espiritual, pero el asceta que lograba sobresalir físicamente era encaminado hacia el atleta que buscaba competir, logrando el alto rendimiento. Y, ¿dónde queda la capacidad intelectual? Recientes estudios e investigaciones confirman que las empresas tienen una mayor productividad cuando facilitan a sus trabajadores con actividades físicas, deportivas o recreativas.
La motricidad humana se puede subdividir en 3 categorías sencillas: Actividad Física, Ejercicio y Deporte. Imagine el lector que vive en una ciudad de primer mundo, la cual le permite transitar libremente por las calles de la ciudad en una bicicleta para trasladarse al trabajo o recoger a los hijos en la escuela. De ser posible esta maravilla, entre semana, de lunes a viernes, cada vez que monta la bicicleta y pedalea entre automóviles y semáforos, está realizando una actividad física. Cuando llegan los fines de semana, sábados y domingos, se monta nuevamente en la misma bicicleta, pero ahora con la característica principal de pedalear a una velocidad específica, con una cadencia específica, en un tiempo específico, metiendo valores medibles, frecuencias cardiacas, volumen, intensidad, duración, carga, pausas y descanso, a lo que ahora estará realizando una actividad física que dará pie a llamarse ejercicio. Y para finalizar, cada domingo último de mes, se monta nuevamente en la misma bicicleta para competir y lograr recorrer el circuito lo más rápido posible, sin considerar frecuencias cardiacas ni ritmos específicos, únicamente se trata de dar ese domingo el máximo rendimiento posible para ganar, y eso fue deporte. Cada vez que se monta en la bicicleta, ya sea a modo de actividad física, ejercicio o deporte, habrá una característica única en la forma en la que se ponen a trabajar los músculos y generan contracciones, mismas contracciones que segregarán moléculas mensajeras (miokinas) que llegarán al cerebro en forma de neurotrofinas para favorecer y crear nuevos canales de comunicación neuronal, y con las cuales, el cerebro podrá gozar de una mejor memoria y una tremenda facilidad para la resolución de problemas.
Estas moléculas mensajeras producidas por las contracciones musculares llamadas miokinas, tienen diversos receptores que pueden encontrarse en las mismas células musculares, o en células grasas, hepáticas, pancreáticas, óseas, cardíacas, inmunes y cerebrales. La ubicación de estos receptores refleja el hecho de que las miokinas tienen múltiples funciones. Ante todo, están involucrados en los cambios metabólicos asociados con el ejercicio, así como en los cambios metabólicos después de la adaptación al entrenamiento (ejercicio). También participan en la regeneración y reparación de tejidos, en el mantenimiento del funcionamiento corporal saludable; la inmunomodulación y señalización celular, así como en la expresión y diferenciación. El músculo esquelético es un tejido con una gran capacidad de adaptación, capaz de responder a situaciones de estrés metabólico producidas por un estrés locomotor previo. Dependiendo de ese estrés producido por el movimiento y las contracciones musculares (tipo, intensidad, duración, volumen, frecuencia y progresión del entrenamiento) diferentes adaptaciones tendrán lugar no sólo en el músculo sino en todo el organismo, logrando un alto rendimiento.
Sin embargo, hoy en día aún se desconoce el punto de partida de muchos de los procesos metabólicos que se activan en diversos órganos y tejidos a consecuencia del ejercicio, pero este descubrimiento nos conduce al sendero del alto rendimiento, gracias a este nuevo grupo de moléculas que pueden ser capaces de comunicar al músculo con otros tejidos u órganos, especialmente al cerebro, con la capacidad de resolver problemas más rápido, fácil y asertivo.
Existe una comprensión emergente del músculo esquelético como órgano secretor, y de las miokinas como mediadores del movimiento a través de la actividad física, el ejercicio o deporte, así como una nueva conciencia de la prevención de la inflamación y, por lo tanto, de la prevención de enfermedades mediante el ejercicio. Como explicábamos en el artículo pasado: dosis muy altas de movimiento pueden ser contraproducentes y dosis muy bajas de movimiento pueden ser insuficientes. Pero el ejercicio es la mejor medicina.
Los diferentes tipos de fibras musculares (fibras musculares de contracción lenta, fibras musculares oxidativas, fibras musculares de contracción intermedia y fibras musculares de contracción rápida) liberan diferentes grupos de miokinas durante la contracción. Esto implica que la variación de los tipos de ejercicios puede ofrecer diferentes beneficios inducidos por la miokina, entre ellos, las funciones cerebrales relacionadas con la neuroplasticidad (velocidad), la memoria (fuerza), el sueño (resistencia anaeróbica) y el estado de ánimo (resistencia aeróbica).
El ejercicio físico desencadena rápidamente cambios sustanciales en todo el organismo, por ejemplo, el ejercicio aeróbico en humanos conduce a alteraciones estructurales significativas en el cerebro, segrega endorfinas y crea un mejor ambiente laboral. Investigaciones con roedores encontraron que el rodar “ruedas” (caminadora sin fin) promueve la neurogénesis y mejora la transmisión sináptica, en particular en el hipocampo. Además, en el ser humano, el ejercicio físico desencadena modificaciones de histonas (DNA) y síntesis de proteínas que finalmente influyen positivamente en el estado de ánimo y las capacidades cognitivas, como en el Alzheimer (se ha descubierto que el movimiento ayuda a los pacientes a decrecer la pérdida de memoria), y en personas saludables a tener mayor retención. En particular, cualquier ejercicio regular se asocia de alguna manera con una mejor calidad del sueño, y como se dice en el ámbito deportivo, el mejor atleta no es el que entrenó más, sino, el que descansó mejor.
Ahí esta el secreto de lograr el alto rendimiento y con ello una mayor productividad personal, laboral y económica. El simple movimiento dinámico muscular puede llevarte al máximo rendimiento humano posible. Solo es cuestión de comenzar a mover el cuerpo y recibir todas las bondades de la mejor medicina. ¿Listo? ¡Contrae!