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¿”Curas” para la Pandemia?
¿”Curas” para la Pandemia?

Entrevista con Alejandra Quijano Mateos por: Norel

Estudió la carrera de Química Farmacéutico Biológica en la Facultad de Química de la UNAM, realizó la tesis de licenciatura en el Instituto de Ecología y su trabajo participó en el XIII Congreso Nacional de Bioquímica y Biología Molecular de Plantas y 6° Simposium México-USA. Posteriormente. cursó la Maestría en Criminalística en el Instituto Nacional de Ciencias Penales. Tiene un Diplomado en Evaluación Educativa y Cuenta con certificación por parte de la Secretaría Técnica del Consejo
de Coordinación para la Implementación del Sistema de Justicia Penal (SETEC) para Poder impartir cursos para capacitación de Peritos.

1.- Existe un rumor con tintes científicos acerca de que el coronavirus muere con “la buena vibra”. El estudio habla del nivel de vibración en Hertz, y que uno puede matar al virus si uno se encuentra “vibrando” en una frecuencia más alta que el virus, ¿qué piensas de esto?

El estudio, como muchos otros de este tipo (similares a estudios que señalan que la gente enojona es más inteligente), trata de implementar fundamentos científicos que suenan lógicos para cualquier persona ingenua. Pareciera a veces que la ciencia es un arma de doble filo en el que se cree ciegamente en lo científico, pero no inspira la curiosidad intelectual como para indagar más en las fuentes. Esto hace propensa a la población en caer en todo tipo de trucos pseudo-científicos. En la publicación que mencionas, usan ciertos tecnicismos y números para que parezca un estudio fiel, y no lo es. O sea sí, todas las moléculas del universo vibran, pero de ahí a que cantando “Hare Krishnas” puedas romper una estructura biológica, es una cosa completamente diferente… El punto es que no hay que dejarse apantallar por términos científicos y números que -ve tú a saber- de dónde los obtuvieron.

Es cierto que la paz mental está relacionada con mejor homeostasis (equilibrio) corporal, porque el estrés causa muchas afecciones (liberación de radicales libres, taquicardia, acidez o reflujo, hipertención, etc.) que nos hacen más propensos a enfermar. De cierta manera, tener buenas prácticas de manejo de estrés ya sea por terapia cognitivo conductual, mindfulness, y tener un estilo de vida sano como el que te exigen las vibraciones “positivas”, sí puede reflejarse en un mejor equilibrio corporal y mental. Pero la correlación no es necesariamente un sustituto para un tratamiento. Pienso que lo que se necesita, es intentar comprender más el mundo natural antes de estar jugando con la espiritualidad de las personas. Evidentemente, a mí no me vas a convencer de que poniéndome cuarzos en el plexo solar me voy a curar, ni mucho menos voy a escoger un tratamiento homeópata sobre uno alópata; el problema es que al forzar la división entre ciencias, también pecamos de sacar conclusiones juiciosas muy pronto.

2.- Entonces, supongo que no crees en la homeopatía, por ejemplo, ¿cierto?

Seguramente has oído hablar del efecto placebo, pero lo explico a grandes rasgos. En muchos estudios farmacéuticos, lo que hacen es darle a un grupo de pacientes un medicamento, mientras que a otro, solamente tabletas de excipiente. Los pacientes no saben qué están tomando, y lo que se observa, es que en los grupos donde no se dio el medicamento, un cierto porcentaje de pacientes presenta mejora porque creen que están recibiendo el medicamento. Bueno, eso no quiere decir que la gente se cure mágicamente por creer, sino que, al creer que está siendo tratada, mejora su situación física. En el caso de la homeopatía pasa algo parecido: te dan chochitos, gotitas uber diluidas, o te pasan un cuarzo por el plexo solar, y ¡PUM! ya no quieres volver a ver a tu médico de cabecera.

No estoy diciendo que la medicina alternativa no funcione. Por ejemplo, la acupuntura tiene fundamentos científicos para modificar algunos equilibrios fisiológicos. Pero los médicos alópatas y homeópatas pecan (por métodos diferentes) de su entendimiento del cuerpo humano. Los alópatas no confían en el cuerpo, sólo en el medicamento; y los homeópatas al revés, sólo confían en el cuerpo y no en el tratamiento. Lo maravilloso es que el cuerpo humano es una maravilla biológica: tiene chorrocientos mecanismos de autorregulación y reparación, que a la fecha no hemos terminado de descubrir y entender. Por ejemplo, nuestro propio sistema inmune tiene mecanismos para atacar células cancerosas (claro que hay cánceres que sobrepasan las capacidades naturales del cuerpo) y si el cuerpo está con una mente “tranquila y en paz”, es más fácil que se regule y propicie condiciones fisiológicas para mejorar ante cualquier enfermedad. En resumen, para tratar una enfermedad, el combo ganador es: cuerpo equilibrado, tratamiento adecuado y mente sana.

3.- Ok, entonces lo que veo es que si procuramos que nuestro cuerpo esté funcionando ya tenemos 1/3 del camino recorrido, pero ¿cómo saber si el tratamiento es adecuado?

Aunque a mi me convence más el tratamiento tradicional (o alópata), sí concedo que hay casos alternativos que funcionan mejor, y creo que es porque tienen los otros 2/3 cumplidos. Me explico: el médico alópata te dará una checadita, pedirá análisis básico para ver una polaroid de cómo está tu cuerpo, te dará un tratamiento por un tiempo y se acabó… a veces hasta verá con más detenimiento a los papeles que al paciente. Por otro lado, el homeópata te va a saludar, va a revisar el cuerpo con más detenimiento (especialmente un acupunturista o un mago del Reiki), te va a dar un té con muchos antioxidantes, te va a dar un placebo (chochitos de azúcar con alcohol y algún extracto de planta con una concentración que no tendrá efecto significativo), te va a mandar a casa recomendando que tomes más agua, comas menos carne, hagas ejercicio, etc.

Los pacientes de un médico y del otro se recuperan, quizás a diferentes velocidades, pero el paciente del homeópata básicamente deja que su cuerpo haga lo que debe hacer, pero encima se siente más atendido y apapachado, y por eso es tan popular.

4.- Y eso nos lleva al tercer elemento para curarse, según lo que nos explicas: la salud mental, hace rato mencionaste el mindfulness, ¿qué opinas de esta práctica?

Sí, de hecho practico el mindfulness y me ha sentado muy bien, y por lo mismo, me ha generado un nuevo interés por adentrarme a estudiar más la filosofía budista y taoísta, porque para mí tiene un sentido fisiológico y psicológico. Muchas prácticas de meditación regulan procesos fisiológicos y por eso está siendo un boom en las investigaciones de psicología, psiquiatría y neurociencias. Por ejemplo, hay estudios que correlacionan el estrés psicológico con afecciones de salud, y tiene toda la lógica del mundo: te estresas y entonces activas los modos “Flight, Freeze or Fight que resultan en una descarga de adrenalina; aumenta tu presión, necesitas más oxígeno, generas más radicales libres, te da cáncer… pero por otro lado, hay muchísima evidencia en el campo de las neurociencias que explican los efectos de la meditación tanto en los procesos como en el tamaño del cerebro. Además, muchos principios sobre el desapego, la aceptación, la paciencia, etc., se emplean ampliamente en la terapia cognitivo conductual. Lo sorprendente, es que la práctica mindfull es tan fácil como respirar, pero hay que aprender a hacerlo bien y practicar.

5.- ¿Por qué la respiración es tan importante? ¿por qué también se incorporan prácticas budistas?

La respiración es un foco central porque es un ancla al presente; no recuperas alientos pasados ni puedes tomar aire antes de que termines de exhalar. Al concentrarte en tu respiración dejas de pensar en pasados frustrantes o en futuros catastróficos, y dejas de tener pensamientos obsesivos que favorecen la exacerbación de la ansiedad y la depresión. Pero eso no es todo, cuando regulas tu respiración, cambias el pH de tu cuerpo, que por cierto, es la única manera de alcalinizar el cuerpo (pero cabe agregar que el agua “alcalina” es una tomada de pelo, no sirve de nada).

Cuando te “alineas” con los chakras, estás forzando sinápsis en las placas musculares que se ramifican desde el cerebro hasta el coxis mientras pones atención a tus sensaciones. Al estar consciente de estos procesos dé “aquí y ahora”, activas nuevas rutas neuronales, reflexionas y dejas ir; relajas los músculos, y naturalmente disminuye el estrés. Si esto lo endulzas con filosofía para practicar la gratitud, el perdón y la resiliencia, se genera una sensación de que uno vibra con el universo. Es una forma de sentir amor porque logras suprimir tu ego y los deseos, de tal manera que sólo queda “ser”.

6.- Regresando un poco al mundo de los tratamientos, ¿crees que de alguna forma las farmacéuticas y negocios que lucran con la salud bloquean mejores formas para una población más sana?

Antes que nada, quisiera comentar que, a la fecha, filósofos de la ciencia discuten sin poder ponerle una definición tajante a la Ciencia, ¡pero todos estamos de acuerdo con que es una cosa maravillosa! Es conocimiento para comprender nuestro universo, es una forma de hacer, es una forma de pensar; es una de las capacidades humanas más fascinantes. Es algo que sólo hacemos nosotros como animales conscientes de nuestra capacidad auto-contemplativa. Es algo muy humano, y por ello también tiene fallas, de igual forma y por lo mismo, la ciencia “pura” como tal no existe, pues es en función de su contexto histórico-político-social.

Así, conforme más avanzamos a conocer fenómenos (que no son fáciles de estudiar sin -juguetitos- o equipo especializado, reactivos o infraestructura), pues más financiamiento se requiere, por lo que la ciencia también se prostituye y avanza hacia los temas de interés de quien tiene la cartera. A fin de que una convocatoria nos permita seguir haciendo ciencia básica, llegamos a justificar el material genético de la pata de una mosca sugiriendo que nos puede llevar a la cura del cáncer (por decirlo de una forma burda). Y, ¿quién paga la investigación? Pues, a veces es el gobierno, a veces el sector privado; pero siempre en función de que les demuestres que lo que estás estudiando sirve para sus intereses. Entonces, a veces hay que hacer ese duelo de tener que acoplar tu curiosidad intelectual hacia el problema de moda y novedad, o aquel que el mecenas quiere que le resuelvas. Una vez más, esto comprueba que la ciencia es una actividad normal, porque también existen restricciones, jugadas sucias, corrupción, y todos aquellos otros rasgos “padrísimos” (sarcásticamente hablando) de la humanidad. Entonces sí, la industria farmacéutica puede tener sus intereses y puede ayudar o limitar a la ciencia, pero de ahí a que estemos viviendo un escenario digno de película distópica donde ocurre una teoría de conspiración en la cual la industria farmacéutica es una herramienta para imponer regímenes todalitarios… pues no lo creo. Es sólo necesario creer que no todos los líderes son malas personas.

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