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De Nuevo y no de Cero

Entrevista con Gustavo Jiménez Cerda

Estamos con el Doctor en Finanzas Gustavo Jiménez Cerda, quien cuenta con 28 años de experiencia en el área financiera de empresas multinacionales y cuatro años significativos como consultor. Su experiencia es amplia pues incluye diversos giros de negocios exitosos: Start-ups, grupos restauranteros y empresas de tecnología (donde también fungió como CIO por más de cuatro años). Ha obtenido reconocimientos importantes por implementaciones de ERP (Planificación de Recursos Empresariales) y BI (Inteligencia Empresarial), y hoy funge como CFO de Grupo Omnilife-Chivas, uno de los grupos más importantes en México.

Se dice que su tesis de doctorado es una aportación sin precedentes a la práctica financiera a nivel mundial, inclusive a nivel Premio Nobel de Economía, ¿qué opinas al respecto?

Cuando mi sinodal de tesis me habló para para preguntarme si estaba consciente de esa posibilidad, se me fue la voz durante 30 segundos, ja, ja. Los que han sido nominados a un premio Nobel se enteran en ese momento, así que no nos emocionemos por ahora. Lo que sí, es que ya empecé a escribir el libro del tema de mi tesis “Contabilidad del Capital Intelectual”, que resuelve la gran necesidad de conocer por qué aumenta o disminuye el valor de una empresa. Te explico lo más breve posible.

Las empresas llevan la contabilidad financiera con la que saben al final de cada mes por qué aumento o disminuyó la utilidad neta, así como los cambios en su balance, pero ninguna empresa sabe el valor de la empresa cada mes a detalle. Mi contribución, es una metodología que permite saber minuciosamente la razón de este aumento o disminución, y para lograr esto, se requiere de una valuación constante con un modelo puntual para registrar todas las afectaciones que cambian su valor. De esta forma, a fin de mes se pueden saber (al igual que la contabilidad financiera) los cambios en el capital intelectual, que se define como la diferencia entre el valor y los activos totales.

¿Cómo crees que afectará la pandemia COVID-19 en la forma en que se administra una empresa?

En definitivo este fenómeno será algo que nuestros nietos verán en sus libros de economía, así como a nosotros nos tocó estudiar la Gran Depresión de 1929. La lección, más que algo nuevo para las finanzas en general y la cual siempre debemos de hacer como financieros, —es la diversificación—. Para esta conclusión recordemos que las finanzas tienen dos componentes básicos, riesgo y rendimiento, a mayor riesgo mayor rendimiento y viceversa, con base en este principio, la mejor forma de reducir el riesgo es la diversificación. A aquellos grupos bien diversificados, esta y cualquier otra crisis no les afectará de gran manera, por lo que la respuesta a tu pregunta es siempre, diversificar.

¿Cómo calificas la actuación del Gobierno para enfrentar la crisis?

Creo que cuando se desconoce cómo actuar ante alguna situación se debe buscar la analogía. Puntualmente, creo que el Gobierno debió de enviar un equipo especial de personas a los países que mejor contuvieron la pandemia para copiar su estrategia; un equipo profesional a China para implementar las estrategias en nuestro país. Por ejemplo, recientemente se implantó un QR en la CDMX para identificarse en lugares públicos, y que al momento de un contagio se avise a los asistentes en esas ubicaciones. Este tipo de estrategias funcionan en China desde marzo y han salvado muchas vidas. Desde el punto de vista económico, lo voy a dividir en dos partes, fiscal y monetaria. Fiscalmente, pudimos haber subsidiado a los más afectados, pues fuimos de los países con menos ayuda fiscal en el mundo.

Desde el punto de vista de la política monetaria, no comparto la opinión de muchos colegas en apoyar las bajas en las tasas de interés al nivel que lo hizo Banxico (que quedó en 4.5%, nivel que no se veía desde el 2016, siendo que la tasa inició el 2020 en 7.25%). Fuimos “borregos” al seguir los pasos de nuestro vecino del norte, cuando en realidad nuestras economías no tienen ningún parecido.

Realmente, para el inversionista extranjero estamos en rendimiento real negativo, es decir, si vemos el costo de la cobertura, sumado a la tasa de interés que ofrecemos, no conviene por el nivel de riesgo. Por tanto, mucha inversión extranjera se fue del país, y el inversionista mexicano tiene una tasa real negativa, ya que con una inflación estimada de 4.10 contra una tasa de 4.25 (menos impuestos), cada peso invertido pierde valor con el tiempo. En un país como el nuestro, esto fomenta la economía informal ya que se maneja efectivo para evitar el pago de impuestos. Es verdad que la recaudación se mantuvo en buenos niveles este año, pero fue porque se cobraron litigios fiscales a los grandes grupos, aunque desde mi punto de vista, varios improcedentes. Esto no es sostenible, y no deberíamos tomar medidas que atenten contra la disminución de la economía informal, aparte de que la clase baja del país no quiere invertir porque no generan un interés real, y esto afecta de raíz al país. Desde mi perspectiva, la tasa debería estar mínimo en un 7%, hay que reconocer el riesgo real del país y la bomba de tiempo —PEMEX— que pronto nos puede dar un gran susto (y los inversionistas lo saben), además de la inseguridad que traerá el efecto económico de la pandemia. Son los riesgos que corremos los que me hacen pensar que debemos de pagar un rendimiento extra.

¿Cómo ves el panorama empresarial para el 2021?

Observaremos dos efectos muy importantes, si bien no se ven nuevos impuestos, el Gobierno tiene una jugada maestra para cobrarlos indirectamente. La eliminación del insourcing y outsourcing, que de fondo hace renacer el ya olvidado PTU (Participación de los Trabajadores en las Utilidades) —de hecho, los Millennials no entienden bien por qué las empresas tienen una razón social para los empleados y otra para las operaciones, que después de 25 años esta práctica fue asumida por más del 90% de las empresas mexicanas—; este regresará y obligará a las empresas a ser más eficientes, y sin duda esto va en contra del crecimiento en términos de reinversión. El Gobierno tendrá un efecto recaudatorio de dos bandas. Los asalariados pagarán impuestos por este PTU recibido y deberán tener una capacidad adicional de compra que ayudará a recaudar vía ISR una cantidad superior de las empresas (algunas compañías lo compensarán al quitar prestaciones). Sinceramente, esto va en contra de la competitividad de las empresas y de la inversión extranjera, en los últimos movimientos en EEUU el impuesto quedó en un 20%, cuando en México tendremos el 37% sumado al 10% de PTU que llegará a un 47%, lo que hará más ingeniosos a los fiscalistas del país. El siguiente efecto es una única oportunidad que tendrán las empresas mexicanas de solicitar créditos para emplearse en tecnología, logística y ecología, ya que hay una ventana para fijar la tasa por el total de la vida del crédito a niveles muy bajos, la cual se podría acabar si el riesgo en el país aumenta. En pocas palabras, si la bomba de tiempo revienta —PEMEX—, lo cual podría ocurrir en cualquier momento a partir del siguiente año, el Gobierno tendrá que respaldar la situación y de ahí se puede venir un problema mayor en las finanzas públicas. Por último, en lo personal, me preocupa la situación económica en Argentina, siendo un problema fuerte que también podría repercutirnos en un futuro cercano.

Por último, ¿qué consejo le darías a los pequeños empresarios que perdieron su negocio en la pandemia?

Que sean resilientes, que aprendan de lo sucedido y que regresen más fuertes, que no lo vean como empezar de cero. Lo que han vivido les deja una gran riqueza, la experiencia. En estos tiempos si se cuenta con iniciativa, consistencia e ideas innovadoras, se puede iniciar de nuevo y no de cero.

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