¿Tema prioritaro o no?
Por Max Cukiert Strauss
Muchos pensamos que tener nuestros objetos de valor fuera de casa es tema menor y no una prioridad, ya que, estamos acostumbrados a atender lo inmediato y no lo trascendental. Es por ello que, en nuestro día a día vamos de la casa a nuestras labores resolviendo problemas urgentes, sin pensar en decisiones asertivas que nos dejen vivir más placentera y armoniosamente.
Tener objetos de valor en casa muchas veces puede ser cómodo, ya que está a nuestro alcance para hacer uso de todo ese “espacio secreto”, pero ¿te has preguntado?:
Si es este un lugar verdaderamente secreto y discreto, para no levantar cierta tentación a aquel que se sacaría ”la lotería” con un pequeño despiste tuyo, o simplemente un lugar en donde poder atender con calma todas aquellas acciones con las que día a día vas dejando rastro de tu “sitio intocable”.
El ser humano por naturaleza es curioso, y más allá de eso, desea con mayor intensidad lo que no tiene a su alcance. Por ejemplo, en La Biblia, en donde vemos a Adán tentado por el árbol prohibido, o en la familia, cuando prohibimos a nuestros hijos entrar a un sitio, ¿sabemos qué es lo primero que pasa por su cabeza?
Si, pensaste bien, curiosidad, ya que entrar a esos lugares les atrae porque está “prohibido”. Entonces, ¿qué hacemos los papás para que no coman golosinas? Los escondemos arriba de la alacena o en donde no puedan encontrarlos, pero al paso del tiempo, van a escalar con bancos y a encontrar la forma de conseguirlos, porque el ser humano cuenta con un gran ingenio.
Con esta misma lógica, nosotros tenemos un “lugar secreto” y ponemos un sinnúmero de alarmas, cajas fuertes, blindajes, cámaras y cualquier otra herramienta que nos dé un poco de paz, pero se vuelve efímera cuando dudamos y nos preguntamos, ¿será suficiente, estoy a salvo?
Si pensamos en qué pasa cuando el niño no tiene golosinas, o bien, si sabe que esas golosinas las obtiene después de comer, nos daríamos cuenta de que el niño inmediatamente baja su nivel de ansiedad y entonces puede utilizar esa energía para jugar. Ya no anhela algo prohibido ni siente la necesidad de cometer faltas.
Tener tus objetos de valor fuera del hogar es tranquilidad para ti y para quien te rodea.
Es poder vivir dentro de tu casa con la confianza de tener un espacio seguro para todos, en donde no hay golosinas escondidas por encontrar, en donde la claridad no llega hasta que vuelves de tu oficina, o está detrás del cuadro o en tu armario. La claridad es claridad en todo momento y se vive con mucho más armonía.
Es inevitable necesitar un espacio de resguardo. Siguiendo con la analogía de la infancia: un niño arma su guarida, escondite secreto en donde pone sus más altos tesoros (porque todos, grandes o pequeños, tenemos la necesidad de, con objetos, mantener continuidad en la especie, conservar momentos memorables, sentirnos ligados a nuestros padres y abuelos con algo que los mantenga “presentes”).
Tener una guarida secreta es sin duda, saludable y garantiza que tu historia, esfuerzo y dedicación tienen un sitio, pero, te pido que consideres que la mejor forma de guardarlos es tenerlos en una “sana distancia”.
- Distancia de la tentación
- Distancia de la incertidumbre con sistemas insuficientes
Y con esta distancia, emocionalmente encuentras realmente esa guarida, que es solo tuya y que nadie quiere tocar porque no es secreta, no está visible y mucho menos, te hace ser más que aquel que te mira y no tiene acceso.
Actualmente ese lugar secreto ya no está en los bancos, pero existen empresas extremadamente especializadas que brindan este servicio que te quitará literalmente, un peso de encima. A veces te dará flojera ir a esa guarida y otras, ya no jugarás a los policías y ladrones, pero, es preferible pasar esa pequeña incomodidad para poder tener certidumbre y paz emocional.
Deja que “fuera de casa” cuiden de la armonía y tranquilidad “dentro de casa”.