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El Trabajador en la tercera edad

Inclusión, un tema pendiente por solucionar

Por Nutrióloga Silvia Strauss

El mundo laboral de la actualidad es complejo, cambiante y lleno de nuevos escenarios muy distintos a los del pasado. En este se encuentra la figura que recae en las personas de la tercera edad, individuos con experiencia, necesidades, pero con falta de inclusión en la mayoría de las empresas ya que prefieren contratar a personal joven.

Tercera edad: Experiencia sin oportunidades

La población de la tercera edad estudiada desde el punto de vista laboral es diversa. En esta se integran desde profesionales, hasta trabajadores con experiencia en oficios o rubros que les dieron los años de trabajo.

Desde atributos laborales hasta competencias relacionadas con su labor en cuestión, estas personas gozan de la experiencia que solo los años de servicio otorgan. Esto se ve traducido en ventajas competitivas tanto a nivel práctico, como en lo comercial y en las relaciones humanas.

Sin embargo, en su gran mayoría, estas personas deben sortear un gran desafío: la falta de oportunidades e inclusión para personas de su edad. Ello obedece a la tendencia que tienen las empresas actualmente y que se relaciona con preferir contratar personal joven (recién graduado, por ejemplo) y que cierra la puerta a los de la tercera edad.

Este hecho es, por lo menos, preocupante. Cuando una persona promedio supera los 50 años continúa teniendo pleno uso de sus facultades mentales, pero las físicas pueden comenzar a presentar cambios. Desde enfermedades de riesgo como la hipertensión, diabetes, etc., hasta dolencias corporales y la necesidad de seguir dietas son algunos de los factores a tener en cuenta. Esto por supuesto amerita una inversión económica que, de no poder responderse por falta de empleo, conlleva a un estado de vulnerabilidad para la persona y su desarrollo de vida. Los adultos mayores ameritan desde medicamentos, hasta cuidados de salud, dietas, estilos de vida particulares y todo ello se hace aún más difícil de adquirir si no se poseen los ingresos económicos suficientes.

Contexto laboral de Tercera Edad en México

En México la situación de los empleados de la tercera edad tiende a ser más bien precaria. Para entender este contexto se debe partir por la población que esta posee. En el 2018 se realizó la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica, la cual arrojó que el 12% de la población total poseía más de 60 años. Esto representa un total de 15 millones de personas, una cifra para nada pequeña.

Si se estudia más de cerca esta realidad, encontraremos que en los medios de subsistencia de esta publicación hay diferencias notables en relación a la obtención de pensiones, uno de los mecanismos principales de la tercera edad. Así lo declara el artículo publicado por el medio IDC Online en el que se afirma que en México ocurre lo siguiente:

“Apenas 40% de los hombres tiene una pensión, pero en el caso de las mujeres el porcentaje es de sólo 20%, según la Comisión Nacional del Sistema de Ahorro para el Retiro”.

¿Y qué pasa con los que continúan trabajando por no tener pensión o porque esta no les es suficiente para cubrir sus gastos? Pues el Instituto Nacional de Estadística y Geografía comenta que apenas el 34% de la población de adultos que superan los 60 años lo continúan haciendo.

A su vez, el contexto mexicano indica que estas personas suelen ganar en promedio 1 o 2 salarios mínimos, lo que equivale a un rango que va desde los 3,000 y los 6,000 pesos mexicanos al mes. La razón es que el tipo de trabajo en los que se les contrata suele estar al final del organigrama, no siendo escogidos para cargos de gerencia, jefaturas, etc.

Tercera edad VS Millennials

En el contexto mexicano, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía declara que, de la población activa de adultos mayores, apenas un 2.8% recibe cargos de liderazgo o como funcionarios de la administración pública.

Este contraste en comparación a personas más jóvenes es realmente abrupto, sobre todo teniendo en cuenta que estas últimas aún no suelen tener familias o grandes compromisos económicos, por lo que sus necesidades tienden a ser menores.

Si bien las personas jóvenes —muy denominadas como millennials hoy en día, aún sin necesariamente entrar en esta categoría generacional— son capaces de adquirir nuevos conocimientos con mayor rapidez, y se aprecia que en ellos que no existe un sentido de pertenencia a largo plazo con la empresa o el negocio en donde trabajan.

Además, la presencia de los más jóvenes no significa que las personas de la tercera edad deban ser descartadas. Sobre esto, Iliana Mendoza Bello, directora de Programas Estatales del Instituto Nacional de las Personas Adultas Mayores, comenta:

“Necesitamos promover una cultura de envejecimiento activo. Es decir, cambiar la percepción de alguien que sólo consume servicios, que está enferma o necesitada. Es urgente generar una cultura que recoja sus aportaciones actuales y futuras”.

Esto sobre todo es importante debido a que al estar en un trabajo en donde se sienten útiles y con el cual pueden ser independientes, las personas de la tercera edad pasan a poseer plenitud de vida, por lo que fortalece su estado de ánimo, lo que también se ve reflejado en una mejor salud mental, psicológica e incluso física.

Emprendimiento como Solución

Ante un contexto tan complejo en el que las empresas claramente no están apostando por la inclusión de adultos mayores, se necesitan nuevas alternativas para que estos puedan mantener un estado laboral activo que les representen soluciones a sus vidas.

De esta forma, creer en el emprendimiento propio y el autoempleo ya deja de ser una alternativa y comienza a mostrarse como una necesidad. Al iniciar un proyecto personal, se estaría dejando la dependencia a salarios mal remunerados y condiciones laborales en los que se les subestime y limite.

Por el contrario, iniciarán el camino hacia una independencia económica libre de condicionamientos por su edad. Para ello el primer paso sería perder el miedo y tener la confianza suficiente para emprender y buscar el éxito.

En este punto, el apoyo del Estado tendría un papel fundamental, pues este contribuiría de gran manera creando mecanismos financieros que, por ejemplo, permitan que a partir de un crédito se dé el inicio de la actividad o negocio en cuestión. Son muchas las posibilidades que se crean a partir de propuestas como estas y que, hoy más que nunca, se hacen necesarias para garantizar el bienestar de las personas de la tercera edad no sólo en México, sino en todo el mundo.

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