Escucha a tu corazón para reconocer que en la vida hay más de un sueño por cumplir.
Cuando escuchamos o hablamos de una crisis, se nos viene a la mente todo lo malo que puede haber en ella, los obstáculos y las dificultades que implica. Sin embargo, en las crisis, de forma inherente vienen también oportunidades en las que, si ponemos la suficiente atención, nos damos cuenta de que tenemos el potencial humano para salir adelante y enfrentar cualquier situación de reto.
Soy Hugo Salvador Carpio García, atleta de alto rendimiento, Seleccionado Nacional de Remo. Pertenezco al Club de la Secretaría de Marina, y llevo 18 años practicando esta disciplina tan enriquecedora.
Inicié en 2002 con la inquietud de descubrir un deporte alternativo a los que tradicionalmente se practicaban en mi familia, ya que mi abuelo, el Dr. Berto Carpio formó un club deportivo llamado “20 de Noviembre” que integraba equipos de futbol y basquetbol en las ligas deportivas de Xochimilco. Sin embargo, yo deseaba probar otras oportunidades en un deporte distinto.
Lo que me atrapó del remo inicialmente fue el contacto con la naturaleza. Después, al comenzar a profundizar en esta práctica, descubrí la exigencia que conduce a uno mismo a manifestar la fuerza física y mental para superar los propios límites. Límites que con el tiempo resultan ser más mentales que físicos.
Al inicio, mi entrenamiento cotidiano del deporte lo combinaba con mis estudios de preparatoria y universidad. Aún no tenía la disciplina alimenticia ni de descanso. A pesar de ello logré participar en las Olimpiadas Infantiles y Juveniles Nacionales 2003, 2004 y 2005, obteniendo muy buenos resultados. Me integré a la Selección Nacional Juvenil de Remo y esto me cambió la visión. Me decidí entregarme con mayor compromiso y empecé a ponerme retos cada vez más altos. Percibí que tenía la capacidad de lograrlos. Y fue cuando me convencí de que quería hacer del remo un auténtico estilo de vida, gracias la gran emoción que me despertaba cada reto. A finales de 2005 durante el proceso de selección para Juegos Centroamericanos que se llevaron a cabo en la Ciudad de México, sufrí una lesión en la columna vertebral que me inhabilitó por un año, perdí la oportunidad de participar en todo tipo de competencias. En mis ganas de querer regresar, intentaba entrenar con los estándares de alto rendimiento, pero mi estado físico no me lo permitía. Orillado a tomar una decisión trascendente para mi vida, enfoqué mi energía en concluir mi carrera universitaria, proceso en el que me enfrenté con desesperación e impotencia por no tener la capacidad de entrenar como lo deseaba, proceso que finalmente me dio una gran satisfacción. Experimenté que las malas rachas representan oportunidades y que la mejor idea en esos momentos es escuchar a tu corazón y reconocer que en la vida hay más de un sueño por cumplir.
Cuando escuchamos o hablamos de una crisis, se nos viene a la mente todo lo malo que puede haber en ella, los obstáculos y las dificultades que implica. Sin embargo, en las crisis, de forma inherente vienen también oportunidades en las que, si ponemos la suficiente atención, nos damos cuenta de que tenemos el potencial humano para salir adelante y enfrentar cualquier situación de reto.
Soy Hugo Salvador Carpio García, atleta de alto rendimiento, Seleccionado Nacional de Remo. Pertenezco al Club de la Secretaría de Marina, y llevo 18 años practicando esta disciplina tan enriquecedora.
Inicié en 2002 con la inquietud de descubrir un deporte alternativo a los que tradicionalmente se practicaban en mi familia, ya que mi abuelo, el Dr. Berto Carpio formó un club deportivo llamado “20 de Noviembre” que integraba equipos de futbol y basquetbol en las ligas deportivas de Xochimilco. Sin embargo, yo deseaba probar otras oportunidades en un deporte distinto.
Lo que me atrapó del remo inicialmente fue el contacto con la naturaleza. Después, al comenzar a profundizar en esta práctica, descubrí la exigencia que conduce a uno mismo a manifestar la fuerza física y mental para superar los propios límites. Límites que con el tiempo resultan ser más mentales que físicos.
Al inicio, mi entrenamiento cotidiano del deporte lo combinaba con mis estudios de preparatoria y universidad. Aún no tenía la disciplina alimenticia ni de descanso. A pesar de ello logré participar en las Olimpiadas Infantiles y Juveniles Nacionales 2003, 2004 y 2005, obteniendo muy buenos resultados. Me integré a la Selección Nacional Juvenil de Remo y esto me cambió la visión. Me decidí entregarme con mayor compromiso y empecé a ponerme retos cada vez más altos. Percibí que tenía la capacidad de lograrlos. Y fue cuando me convencí de que quería hacer del remo un auténtico estilo de vida, gracias la gran emoción que me despertaba cada reto.
A finales de
2005 durante el proceso de selección para Juegos Centroamericanos que se
llevaron a cabo en la Ciudad de México, sufrí una lesión en la columna
vertebral que me inhabilitó por un año, perdí la oportunidad de participar en
todo tipo de competencias. En mis ganas de querer regresar, intentaba entrenar
con los estándares de alto rendimiento, pero mi estado físico no me lo
permitía. Orillado a tomar una decisión trascendente para mi vida, enfoqué mi
energía en concluir mi carrera universitaria, proceso en el que me enfrenté con
desesperación e impotencia por no tener la capacidad de entrenar como lo
deseaba, proceso que finalmente me dio una gran satisfacción. Experimenté
que las malas rachas representan oportunidades y que la mejor idea en esos
momentos es escuchar a tu corazón y reconocer que en la vida hay más de un
sueño por cumplir.
En 2011,
asistí como espectador a los Juegos Panamericanos en Guadalajara. La emoción al
ver las competencias despertó en mí nuevamente la cosquilla, el deseo, las
ganas de querer representar a mi país en una competencia de ese nivel. Esa
experiencia fue el detonante que me motivó a retomar el remo al más alto nivel.
Me propuse entrenar con todo mi ser, con la firme convicción de clasificar para
los Juegos Panamericanos de 2015. ¡Renuncié a mi trabajo, dejé las fiestas y
transformé mi estilo de vida para cumplir mi sueño de atleta!
Durante el proceso de esos cuatro años tuve la oportunidad de estar en competencias internacionales como La Copa del mundo en Suiza, el Mundial de Remo en Ámsterdam, Juegos Centroamericanos en Veracruz (en donde obtuve segundo y tercer lugar) y los esperados Juegos Panamericanos en Toronto, 2015 obteniendo un 5to lugar.
Aunque mi desempeño no fue malo y había logrado la meta que me había propuesto, no fue suficiente para estar en el pódium, por lo que mi próxima meta fue ganar medalla en los siguientes Juegos Panamericanos (Lima, Perú 2019). Intensifiqué mis entrenamientos y exigencia en resultados, a tal grado que me sobre entrené afectando mi nivel cardiovascular, llegué a tener pre infartos, ¡estuve al borde de la muerte sin darme cuenta! Los síntomas eran pérdida de visión, falta de aire, sudoración y dolores musculares. Todo esto me impedía realizar mis entrenamientos, incluso afectó mi vida cotidiana. Entré en un proceso de depresión, ya que en ese momento estaba en el nivel más alto de mi rendimiento.
En la opinión de diversos médicos, aparentemente no tenía “nada”, sin embargo, después de 8 meses de búsqueda, un médico del deporte fue quien me detectó el sobre entrenamiento, que significa “Síndrome de corazón cansado”. Recuerdo sus palabras… “Tranquilo Hugo, no te vayas a deprimir.” Cuando escuché eso, le contesté “en este momento me está usted sacando de la depresión, porque ahora sé contra qué debo luchar”
Ante este
reto de vida, las ganas de sanarme me condujeron a personas que contribuyeron
enormemente a mi recuperación, ya que comparten el gusto y compromiso en su
trabajo.
Mi
psicóloga Magaly Zerón estuvo apoyándome en todo el proceso emocional, junto
con mi fisioterapeuta Ruth Ramos, cuya llegada a mi vida fue una bendición. En
forma conjunta establecimos un plan de trabajo para salir adelante, continuar
mi trayecto de preparación y lograr la meta propuesta.
El proceso de recuperación fue básicamente re-educación para caminar, respirar, entrenar y pensar. Lo que me dejó este proceso fue acceder a una forma de entrenamiento diferente, gracias a ello, soy una atleta más maduro, fuerte mentalmente y resiliente ante las adversidades.
Aquí es cuando digo que una crisis representa una gran oportunidad para crecer, un reto que te pone la vida para prepararte hacia las nuevas metas, son experiencias que te fortalecen no solo el cuerpo, sino el espíritu que lo mueve. En el proceso de recuperación quedé fuera de los Juegos Centroamericanos 2018, pero nunca perdí de vista el objetivo. Logré ser parte del bote M4X (cuádruple) para competir en los Juegos Panamericanos en Lima 2019; sentimientos encontrados, seleccionado nacional, pero finalmente 4to. lugar en una competencia sumamente cerrada… Del primero al cuarto lugar, solo 2.5 segundos de diferencia… llanto entre todos.
Sin embargo, no hay tiempo para tristezas. ¡A levantar la cara y seguir adelante! Con mayor conocimiento de mi cuerpo y mis habilidades, mi nueva meta es participar en los juegos Olímpicos de Tokio 2021, que si bien se han pospuesto por la situación de la pandemia mundial, tomo este tiempo como la oportunidad para seguirme preparando y lograr conseguir el boleto de participación. Estos días de confinamiento me permiten descansar sin dejar de entrenar, no tener el estrés de la competencia, trabajar mentalmente y visualizar mi objetivo con calma, pero siempre en movimiento.
Todos los días me levanto con el pensamiento de ser mejor atleta, mejor persona, de lograr vencer un nuevo límite porque la exigencia es muy fuerte, pero nuestro potencial humano, es mayor.
¡A veces las circunstancias no son las mejores, pero no desistas de tus sueños, aprende lo que te enseña la situación, enfrenta el reto y fortalece tu ser hasta conseguirlo!
En una charla con niños de 10 años, una niña me dijo lo siguiente después de comentarles que en una competencia nunca veo la meta porque la tenemos de espaldas: “Ustedes dicen que los que practican remo no miran la meta porque está detrás, pero nunca se les olvide que su corazón está adelante para impulsarlos siempre”.
En diciembre pasado, ¡recibí la noticia de que alcanzamos el tercer lugar en el panamericano! El primer lugar fue descalificado por una situación de doping, cuando me enteré me encontraba acostado, en ese momento se me vinieron todas las imágenes de las situaciones que viví, los esfuerzos, las lesiones, los entrenamientos, el cansancio. No me sentía mal por el lugar obtenido ya que había hecho mi mejor esfuerzo, sin embargo, ¡una medalla de bronce es mucho mejor! Ahí en mi cama, hablando con mi corazón, lo escuché: “Te dije que siempre siguieras a pesar de que yo estuviera cansado…”.
Mi entrenamiento es de 5 a 6 horas diarias durante 6 días a la semana y como parte adicional al remo, para fortalecer mi cuerpo, espíritu y mente, entreno pesas en el gimnasio, corro, hago bicicleta, practico senderismo, montañismo y adicionalmente mis sesiones con la psicóloga. Una parte importante en mi vida es mi familia que siempre me motiva y acompaña, sobre todo mi papá y mi mamá que siempre me impulsan para seguir adelante, mis hermanos que siempre están ahí y toda mi familia que me muestra su cariño permanentemente.
Hagan siempre lo que su corazón les dicte y peleen por lograrlo…
Artículo por: Revista Potencial Humano
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