I N N O V A C i O N
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STATUS QUO
Juan Carlos Luna Barberena*
La profesión legal se está transformando gracias a la tecnología. Esto pasó de ser una idea interesante a considerar, a ser una condición de sobrevivencia para quienes quieran liderar en el ejercicio profesional.
En los últimos meses se han destruido los argumentos en contra de la innovación. Quienes pudieron haber argumentado que el concepto aplicaba sólo a otras industrias, netamente orientadas a procesos, han visto como en el trabajo legal se aplican tipos de procesos que son fundamentales para el buen manejo y operación de un despacho o un departamento jurídico de una empresa. Los argumentos de que la profesión es tan singular que no debe o puede ser transformada por los efectos de los avances tecnológicos -como sucede en todas las demás industrias y sectores-, es en consecuencia insostenible.
La situación actual de crisis en sus distintas dimensiones, tanto de salud, como de gestión, y desde luego económica crean de nueva cuenta (así como ya sucedió en crisis pasadas) la necesidad de innovar. Específicamente, hay dos vertientes muy claras para ello, una relacionada precisamente en la forma como se lleva a cabo el trabajo legal, y la otra, relativa, a las nuevas herramientas y modelos con que se hace operativa la gestión legal. El primero habla de mejorar procesos, y el segundo, de innovar mediante la inclusión, la sinergia y la colaboración interprofesional. Un tema que resulta ser de innegable importancia, y muy pocas veces puesto en la mesa de discusión de los abogados.
Hoy en día, el gran motor del desarrollo del sector legal es y tiene forma de un ecosistema colaborativo, en el que participan distintos jugadores, quienes agregan un valor fundamental en la dimensión del negocio legal y su influencia en los distintos ámbitos en que contribuye. Quien no entienda esto, corre el riesgo de perder relevancia en la nueva economía digital, y ante los retos de una nueva realidad que enfrentaremos post COVID-19.
No es extraño el comenzar a identificar nuevos modelos de operación que permiten este tipo de inmersión y colaboración, y dependiendo de los distintos sistemas jurídicos, también hemos visto como en los últimos diez años, se ha gestado una auténtica disrupción de la industria legal, gracias a una mayor participación de nuevos modelos de operación, basados en sistemas tecnológicos, motivados por presiones económicas y por una mayor injerencia y poder de determinación de los clientes. Es precisamente en ese contexto donde confluyen dos fuerzas que hoy son la base de las oportunidades de transformación de la industria legal, (i) por una parte la coexistencia de distintos profesionales que se han sumado a las labores del negocio legal, y (ii) por la otra, el efecto que el avance de las tecnologías ha generado en la forma como la práctica del derecho se hace más estratégica y eficiente.
De ahí que sea tan necesario expandir los ecosistemas colaborativos, y además profundizar en el conocimiento de las tecnologías aplicadas al mundo del derecho, y reconocer que el crecimiento y desarrollo del LegalTech ha marcado un claro camino hacia una mayor eficacia de los servicios legales, lo que también debe traducirse en una factor esperanzador para mejorar y aumentar el acceso a la justicia, siempre y cuando existan las condiciones regulatorias, técnicas y sobre todo de liderazgo, convicción y compromiso para que se tenga ese efecto tan necesario.
Se trata de construir un círculo virtuoso. Si la gestión legal mejora, haciéndose más estratégica a través de herramientas de inteligencia de negocios, mejorando la eficiencia de sus alcances, esto genera la apertura de mayores oportunidades de acceso a soluciones que antes quizá se veían como exclusivas para quienes tuvieran la capacidad económica de beneficiarse de ellas. En pocas palabras, la innovación y la tecnología, son los motores de la transformación del sector legal.
Ese compromiso de transformación a través de la innovación y la tecnología no es sencillo, y requiere de condiciones especiales para que se tenga éxito en su absorción y en su adopción, hasta llegar a la mejoría de controles y procesos de automatización y de digitalización de actividades que es el estado de mayor desarrollo que las mejores prácticas y las tendencias actuales nos marcan como los objetivos más importantes, y eso en concreto, es innovar.
No hay marcha atrás, como industria hay que reaccionar ante las nuevas exigencias de los clientes, y más ahora que enfrentaremos una severa crisis económica, en la que las exigencias de eficientización y ahorro de costos será una máxima constante.
La irrupción de la tecnología en el ámbito legal está llamada a cambiar las reglas del juego. Ya sea por llegar a nuevos nichos de mercado, o por hacer más eficientes tareas que hoy requieren mucho tiempo y recursos, o por intervenir en las nuevas realidades que genera la influencia de los cambios tecnológicos en la sociedad, la economía y los negocios. Aunque para ello, deberá superar la reticencia del sector a abrazar estos nuevos procesos, y comprender que estamos viviendo el momento clave donde los ecosistemas colaborativos, son la nueva forma de innovar, y que innovar es el requisito indispensable para poder transformar a la industria legal.
Juan Carlos Luna Barberena, es fundador de Lawgistic, y Co-fundador de LAWIT GROUP.