¿Y cómo podría relacionarse una manzana con nosotros?
Por Jaime Molins
Si tuviéramos que elegir a la fruta más protagonista del transcurso de nuestra historia, podríamos considerar a la manzana como la ganadora absoluta. Por citar algunos ejemplos recordemos que:
- Fue la tentación puesta a nuestros antecesores originales por la persuasiva y astuta serpiente provocando la expulsión del paraíso de la pareja de ingenuos seres humanos según el libro del Génesis.
- Dándole un tono dorado fue mostrada por la diosa Eris, quien en medio de las festividades e incluyendo una cautivadora inscripción en el costado, sembró tremenda discordia causando el inicio de la famosa guerra de Troya.
- Se utilizó como instrumento venenoso contra la bella e inocente Blanca Nieves en el cuento rediseñado de los hermanos Grimm.
- Fue protagonista del evento (aún sin comprobarse del todo que la anécdota realmente ocurrió) que le sirvió como un valioso objeto de estudio a Sir Isaac Newton en la reflexión que lo llevó a la teoría —y luego Ley— de la constante atracción entre los cuerpos de masas diferentes.
- Y, por último, ha sido considerada como símbolo de reconocimiento para los maestros desde la Grecia antigua y hasta nuestros días como una insignia de la importancia de compartir el conocimiento y la enseñanza.
Sabemos de manera muy clara que, para una óptima maduración de una manzana, existen dos factores: el externo y el interno. El primero tiene que ver con las condiciones de temperatura, iluminación y propiedades de la tierra que la acoja, y el segundo factor tiene que ver con sus pequeñas y delicadas semillas. Teniendo esto en cuenta, es cierto que podemos preparar un contexto idóneo para el correcto y bienaventurado florecimiento de un manzano, más no podemos hacer que surjan manzanas si no contamos con un gérmen o lo que podríamos llamar bajo el nombre de “potencialidad pura”.
Para obtener frutas coloridas, abundantes y saludables, el jardinero está consciente de lo imperativo que representa saber cuidar, regar y proteger dichas semillas, o puesto de otro modo, requiere hacer todo lo que esté de su parte para el propicio surgimiento del árbol que las mantendrá y sostendrá al final de sus ramas.
Me atrevo a compartirte una pregunta inusual: ¿qué tan viable considerarías que el jardinero se cuestione si le hace falta algo por meterle a la semilla para provocar el surgimiento de dicho manzano? Perdonarás mi cuestionamiento, sé que raya en lo absurdo, ya que el jardinero, tu y yo sabemos (aunque cabe la posibilidad de que no muchos se lo hayan cuestionado) que no hace falta ponerle o meterle nada, ya que una semilla por sí sola cuenta con su propia “magia”. Siendo otra manera de decir, viene prediseñada con la capacidad no solo de engendrar un árbol sino ¡a todo un bosque completo! Una sola semilla cuenta con un masivo arsenal productor de inmensas cantidades de este delicioso, brillante y carnoso fruto. Ciertamente impresionante.
¿Y cómo podría relacionarse una manzana con nosotros?
Es verdad que para un buen desarrollo y óptimo rendimiento en cualquier área de nuestra vida son necesarias las intervenciones desde afuera (externas). Pensemos que, durante un altísimo porcentaje de nuestra vida cotidiana compartimos experiencias, anécdotas, vivencias y explicaciones, mostramos ejemplos y sustentamos teorías; si somos padres, docentes, facilitadores, conferencistas o maestros proporcionamos inmensas cantidades de conocimiento técnico como una forma de ayudar a nuestros hijos, alumnos, colaboradores, deportistas y otros cercanos acompañándoles durante su crecimiento y maduración, tanto física como emocional. En pocas palabras, a los que conviven con nosotros, continua y perseverantemente los ENTRENAMOS. Te pido observes detenidamente las 5 primeras letras de esta última palabra en mayúsculas: E N T R E, lo que significa que hemos pretendido hacer que la información les entre, de afuera y hacia adentro a los demás, practicando una forma de ayudarles basado en una manera particular de interpretar al ser humano, los vemos como si necesitaran irremediable y constantemente del beneficio de hacerles llegar mucha de nuestra sabiduría. Esta costumbre de estar preparados para incluir opiniones, diagnósticos y sugerencias de forma permanente nos ha convertido en ENTRENADORES de tiempo completo.
La pregunta importante es ¿qué tanto, quienes hemos elegido inconscientemente enfocarnos en ser entrenadores, hemos considerado distinguir en nuestros pares esas “semillas” internas que les componen y son la esencia de la naturaleza creativa de todo ser humano?
Quizás estaría de más decirte que observes a tu alrededor para que te des cuenta que una altísima cantidad de elementos (e inclusive tú mismo) han surgido de algún tipo de semilla: desde un huevo, una raíz, embrión o un núcleo. Es decir, raras son las cosas que funcionan con un mayor porcentaje de intervención externa que interna. Acaso, ¿no te parece irónico que la más maravillosa especie que existe, el fruto más exquisito del universo: la raza humana; haya sido diagnosticada, etiquetada, evaluada y tratada como si fuera una especie de máquina o artilugio al cual se debe programar desde afuera para alcanzar mejores niveles de rendimiento o acercarse a un óptimo aprovechamiento de su incuantificable potencial?
Hasta ahora y durante el paso de miles de años, hemos ayudado al mejoramiento de los procesos y resultados de quienes nos rodean desde el paradigma “de afuera hacia adentro” al que podemos sintetizar con la palabra inglesa: OUT. Hemos aclamado sin cuestionarnos la popular y tradicional “cultura del adiestramiento”, hemos constantemente visto y considerado a las personas (que generalmente apreciamos) como una especie de “recipientes por llenar”, tal y como si una manzana tuviera que recibir una opinión para “motivarla” a convertirse en su único y grandioso propósito: un manzano.
Resulta pues impostergable intervenir desde OTRA MANERA en el desarrollo del potencial implícito de las personas, es imperativo comenzar a desafiar los paradigmas establecidos y abrirse una propuesta inversa y complementaria a todo tipo de ENTRENAMIENTO, una metodología intencionada en ayudar a nuestros contemporáneos a que cumplan con su propósito más esencial de todos desde el otro paradigma, el paradigma IN, y a este propósito básico y esencial le conocemos como el APRENDIZAJE.
Sabemos que durante muchos siglos los antiguos griegos nos dejaron un montón de ejemplos que nos ayudasen a erigir civilizaciones modelos, y entre esos está la idea de utilizar manzanas para honrar la enseñanza, pero tengamos en cuenta que enseñar no es lo mismo que aprender, ponte a pensar lo muy poco probable que es el “instruir” a una manzana, es decir, no nos corresponde darle indicaciones a una fruta ni a su semilla para convertirse en aquello para lo que está pre-destinada: alcanzar su máximo potencial. ¿Acaso no sería ridículo tratar de persuadir a una manzana para que haga lo que yo, un humano afanoso por controlar, al considerar saber qué es lo que más le conviene?
Si es imposible para nosotros hacer que una semilla de manzana produzca naranjas, plátanos o duraznos ¿por qué entonces insistimos tanto en que nuestras recomendaciones como mentores, asesores, consultores, formadores o líderes sean la parte más importante durante los procesos de acompañamiento y aprendizaje en la liberación del poder implícito con que hemos sido concebidos?
A esta ÚNICA manera de liberar y expandir el POTENCIAL CREATIVO de los atletas se le llama IN-TRENAMIENTO, una propuesta que confía, respeta, venera y honra el otro tipo de conocimiento: el conocimiento tácito. Ese que es intransferible, inexplicable e imposible de almacenar, que compone nuestra totalidad y es el encargado de referirnos como seres capaces, poderosos y aptos para forjar escenarios alineados a nuestros propios logros, objetivos y niveles de satisfacción, plenitud y felicidad.
La única forma de adquirir conocimiento tácito es por medio del único tipo de aprendizaje que existe: el auto-aprendizaje, aquél que Aristóteles nos sugirió que se adquiría con la combinación entre la reflexión (razonamiento) y la acción (teleología), y es el camino más coherente hacia el aumento paulatino y sustentable de los niveles de auto-estima, autonomía y auto-eficacia de cualquier persona que tiene ánimos de mejorar paulatinamente en cualquier área de su vida.
La manzana no necesita que le des órdenes, lo que realmente anhela es que la aceptes, tal y como es, que le proveas un contexto de reverencia y una actitud de epoché para que se demuestre, con lo que tiene, que es capaz de tomar decisiones firmes y suficientes para construir, basado en su código genético, el más maravilloso manzano que nunca se ha conocido jamás.
¿Qué tanto estaríamos dispuestos, como entrenadores, a darle una oportunidad al otro paradigma?
Es hoy la época que más nos exige demostrarnos que es posible ayudar de adentro y hacia afuera, es hoy más que nunca en que es 100% viable ser un instrumento hacia la liberación del más hermoso regalo del que hemos sido provistos: nuestras aptitudes para cambiar conscientemente, es hoy que existe, como nunca antes, la disponibilidad de una metodología, un sistema, un proceso estructurado, para exaltar nuestra más preciada facultad divina: la creatividad.
Resulta imperativo demostrarnos ahora como especie, que somos capaces de crear las condiciones necesarias para convertirnos, de ser entrenadores capaces, facultados, hábiles, diestros, aptos y excelentes en nuestra labor de guías, maestros, mentores y líderes, a ser entrenadores COMPLETOS, aquellos que creen en que dentro de cada ser humano reside un tesoro incalculable, esos que se remiten a una visión del ser humano con más talentos y fortalezas de las que ni siquiera hemos demostrado tener, gente que esté ansiosa por fomentar una misión enfocada en elevar los momentos de celebración y estruendosos ¡eurekas!, personas que se alegren de proveer espacios para el surgimiento y manifestación de nuevas ideas, esas que sólo surgen desde lo más profundo de un silencio intencionado, entusiastas cultivadores que provocan acompañamiento y verificación de los hallazgos que brotan de las interminables semillas sembradas, protagonistas y amantes de la vida que confían en la combinación entre los poderes de la intuición y el pensamiento, valientes que saben que las soluciones se crean y no se compran, porque, como nos enseñó el Sombrerero Loco de Lewis Carroll: “Sólo aquellos que crean en la magia, estarán destinados a encontrarla”.
Jaime Molins
28 de enero de 2021