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Los que duermen son obreros y artesanos de lo que ocurre en el cosmos…Heráclito

Por: Revista Potencial Humano

El filósofo griego Heráclito, hijo de Blisón, nació en el año 540 a.C. en la ciudad de Éfeso, la actual Turquía. Era apodado como “el oscuro” por el carácter enigmático que distinguía su estilo y su vida solitaria, y como prueba de ello existen algunos fragmentos que se conservan con sus enseñanzas, era considerado autodidacta y el pionero de la sabiduría, pero la realidad es que se sabe muy poco de su vida.

Lo que sí es un hecho, es que mostraba cierto desprecio por las personas y esto tenía algo de sentido debido a sus orígenes, pues al parecer provenía de una familia aristocrática, además sus ideas eran totalmente contrarias a lo que era la democracia ateniense, y se dice que quizá también pudo llegar a formar parte del pequeño grupo que estaba integrado principalmente por los nobles que simpatizaban con el rey persa.

De cualquier manera, la oscuridad de Heráclito quedó plasmada en la leyenda que habla acerca de su muerte, donde se dice que: “enfermó de hidropesía, preguntando a los médicos si de la lluvia podrían hacer sequía; como ellos no lo entendían al morir se enterró en estiércol en la suposición de que este absorbería las humedades; (acciones de las cuales) se aceleró el fatal desenlace”.

Heráclito explicó la práctica de los fenómenos naturales, atribuyendo al fuego el papel principal de la causa de todos los cambios que se producen en la naturaleza. Decía que las causas nacen del fuego por la vía descendente: fuego, aire, agua y tierra; y vuelven a él por la ascendente: tierra, agua, aire y fuego.

Frente a la idea de Pitágoras sobre la armonía del cosmos, Heráclito concibió un universo en constante cambio, y el motor de ello es la oposición de los contrarios. Tal oposición es causa del devenir de las cosas y, al mismo tiempo, su ley y principio; donde los contrarios se ven conducidos en armonía, proporción o medida común a todo por el elemento primordial que es el fuego.

Consideró que el fuego nunca se extinguía y que su naturaleza “inquieta”, es decir, el constante movimiento del mismo —le permitía estar en sintonía con el movimiento del resto del universo—. No solo buscó explicar el cambio que hay en la naturaleza, sino también el cambio que existe en el hombre. Con su frase “Todo fluye”, explicaba que el universo tiene un comportamiento cambiante en cuanto a sus acciones, pero que este nunca estaba móvil, ni estático.

Sostenía que cada par de opuestos es una pluralidad y, a la vez, una unidad que depende de la reacción equilibrada entre ambos. La salud y la enfermedad, el día y la noche, la vida y la muerte o el bien y el mal, son interdependientes y solidarios, no existirían de no existir su contrario; pues el equilibrio del universo se mantiene por la interacción sin fin entre los opuestos.

Heráclito fue considerado como uno de los iniciadores de la metafísica griega, compartía la idea expuesta por Tales de Mileto. Creía que las explicaciones sobre la creación del universo no pueden ser resueltas desde explicaciones de tipo religioso o basado en los dioses, este hombre tenía la gran capacidad de dar una explicación a todo lo que sucedía a su alrededor.

En sus obras principalmente se inclinó por buscar el principio de todo y lo que conformaban todas las cosas. Además de ser él quien planteó la perspectiva de que todo tiene un cambio, los pensamientos y aportaciones filosóficas de Heráclito resultarían muy útiles a la hora de dar origen a la metafísica y a la dialéctica.

Según Diógenes, todas las ideas de Heráclito quedaron plasmadas en una obra titulada “De la Naturaleza”, que se trataba específicamente del universo, la política y la teología; pero lo que ha llegado hasta nosotros sobre su doctrina se encuentra en fragmentos y sus fuentes son solo citas, referencias y comentarios de otros autores.

Algunos de estos fragmentos presentan reglas, lo cual apoya la idea de que su estilo de pensamiento fue oracular —propio o característico de un oráculo—. Esto incluso ha dado pie a pensar que Heráclito no escribió ningún texto, sino que todas sus enseñanzas fueron habladas y fueron sus discípulos los encargados de reunir lo esencial de ellas en forma de sentencias. Por la falta de origen en materia de documento histórico, resulta difícil hacer una interpretación leal de su pensamiento.

Durante sus últimos años de vida Heráclito decidió irse a vivir a los montes, donde se alimentaba de hierbas y plantas, lo que le provocó que se enfermara de hidropesía, obligándolo a regresar a la ciudad. Finalmente murió en Éfeso el año 475 a.C.

“Los grandes resultados requieren grandes ambiciones”

“Nuestra envidia siempre dura más que la felicidad de aquellos a los que envidiamos”

“La abundancia de conocimiento no enseña a los hombres a ser sabios” “La sabiduría es hablar con la verdad y actuar en pos de ella”

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