La fuerza interior del hombre puede elevarlo por encima de su destino exterior
Viktor Frankl es una de las figuras más destacadas en la historia de la psicología. Como creador de la logoterapia, Frankl abordó el tratamiento de alteraciones mentales desde una perspectiva existencialista que décadas más tarde sirvió para reforzar una corriente conocida como Psicología Humanista, misma a la que pertenecieron Carl Rogers y Abraham Maslow, entre otros.
Frankl nació dentro de una familia judía vienesa el 26 de marzo de 1905, momento exacto en el que, el psicoanálisis de Sigmund Freud empezaba a ganar popularidad, y por esa razón su interés por la psicología incluía muchos textos de psicoanálisis. Además de esto, desde muy joven se vio interesado por la filosofía sin saber que esto definiría su personalidad y su manera de plantearse preguntas existenciales sobre el sentido de la vida.
Cuando entró a la Universidad de Viena para especializarse en psiquiatría a mediados de los años 20, los trabajos de Freud referentes a la salud mental le fueron de gran ayuda. Pero Viktor terminó distanciándose del psicoanálisis ortodoxo al considerarlo demasiado cerrado y empezó a formarse en la corriente psicodinámica de Alfred Adler, siendo esta visión la que encajara más con la manera de Viktor Frankl.
Viktor sabía de la existencia del sufrimiento y el conflicto, y creía que podía evitar la infelicidad al ajustar lo que se experimenta mediante la combinación de filosofía y conocimientos en psicología.
Mientras era estudiante se quiso especializar en el estudio y el tratamiento de la depresión y la prevención del suicidio, llevándolo a ofrecer servicios de apoyo a estudiantes con exceso de estrés y, durante 30 años, trató a muchos pacientes en riesgo de cometer suicidio. Sin embargo, a partir de 1938, empezó a estar cada vez más acorralado por el ascenso del nazismo. Durante sus años de formación tuvo contacto con Rudolf Allers, quien lo llevó a desarrollar un tipo de psicología existencial que hoy conocemos como logoterapia. La idea de que el bienestar y la salud mental tienen mucho que ver con el modo en el que se le da sentido a la existencia vital quedó muy arraigada en la filosofía de este psiquiatra. Pero lo que le llevaría a reafirmarse en sus convicciones fue una experiencia terrible y potencialmente traumática: su paso por los campos de concentración nazis.
En septiembre de 1942, después de ser obligado a trabajar en el único hospital de la zona en el que podían laborar doctores judíos; él, su esposa y sus padres fueron deportados a un campo de concentración cercano a Praga, el Theresienstadt. De 1942 a 1945 estuvo en cuatro campos de concentración, incluyendo Auschwitz, conocido como el campo de exterminio. Lo que experimentó en esos años es inimaginable, logró sobrevivir pero la mayor parte de su familia, incluida su mujer, amigos y colegas, murieron en la red de campos de exterminio, y Viktor Frankl tuvo que trabajar en condiciones de esclavitud hasta que el campo en el que se encontraba fue liberado en 1945.
Después del final de la guerra, Viktor Frankl fue descubriendo que muchas de las personas a las que quería habían muerto, pero encontró una manera de sobrellevar estas pérdidas. Según él, el simple hecho de descubrir el sentido del sufrimiento hace que este se experimente de una manera mucho más llevadera. Esta idea, que de hecho coincide en gran parte con los principios de la filosofía existencialista de Jean-Paul Sartre y otros pensadores, fue plasmada por Viktor Frankl en su obra más conocida: El hombre en busca de sentido, libro publicado en 1946 que sirve como introducción a la logoterapia.
La obra de Viktor Frankl habla de influencias que pueden ser rastreadas hasta hace cientos de años, cuando líderes religiosos orientales hablaban sobre cómo enfrentarse al sufrimiento cambiando el modo en el que se piensa en dicho sufrimiento y cuando los ascetas de la Grecia antigua enseñaban a renunciar a las ideas que se tenían sobre lo que genera deseo y lo que no. De hecho, sus aportaciones a la psicología son menos importantes cuanto más conocemos la idea de que la psicología debe ser una ciencia basada en la medición y la experimentación.
Sin embargo, la aportación intelectual de Viktor Frankl no solo fue la logoterapia, ya que sus primeras obras sobre análisis existencial han sentado las bases de la psicología humanista, las cuales fueron popularizadas por Carl Rogers y Abraham Maslow, y recientemente ha alumbrado a la psicología positiva; orientada a investigar temas como la autorrealización, la consecución[1] de objetivos vitales, y la felicidad.
En 1949 recibió el doctorado en filosofía, y a partir de 1961, Frankl mantuvo cinco puestos como profesor en los Estados Unidos en las universidades de Harvard, Stanford, y en otros estados como Dallas, Pittsburg y San Diego. Continuó dando clases en la Universidad de Viena hasta los 87 años de edad de forma regular, impartió cursos y conferencias por todo el mundo, y ganó el Premio Oskar Pfister de la Asociación Estadounidense de Psiquiatría (AEP), así como otras distinciones de diferentes países europeos, recibió 29 doctorados honoris causa de distintas universidades, y publicó más de 20 libros (traducidos a varios idiomas).
Finalmente falleció a sus 92 años en Viena, Austria, el 2 de septiembre de 1997 a causa de una insuficiencia cardíaca.
“La vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias, sino solo por falta de significado y propósito”.
“Las decisiones, no las condiciones, determinan quiénes somos”.
“La fuerza interior del hombre puede elevarlo por encima de su destino exterior”.