Fragmento 6
Michel Foucault: sin miedo a ser diferente
Por: Norel
“No es posible ejercer el poder sin conocimiento, es imposible que el conocimiento no engendre poder”
Día a día, así como en cada interacción social, el poder esta presente de manera oculta y dispersa siendo difícil reconocerlo, quién está a cargo, qué se quiere lograr y cómo. Es un ente efímero en nuestra imaginación que orienta nuestras acciones. El poder es más efectivo cuando todos los involucrados están de acuerdo en aceptarlo y perpetuarlo. En tangente, la producción de conocimiento llama al poder, mientras que los desequilibrios de poder crean oportunidades de crear y diseminar conocimiento. Este breve artículo es una llamada de conciencia a examinar nuestro papel en reproducir prácticas y discursos sociales, porque cada persona hace que el poder sume o reste fuerzas.
Históricamente, un ejemplo claro es la victoria de la medicina moderna ante las prácticas religiosas y místicas del pasado. Para el filósofo este acto no se refiere a una evolución o un avance en la moralidad, sino, un cambio de sistema fortalecido por las instituciones de ciencias y leyes a través de la Iglesia y la Monarquía; “en el s. XVIII dejamos de interpretar el mundo con ángeles y demonios por la influencia de nuevas epistemes de razón e insensatez”. ¿Les parece una idea vigente?
Foucault, dentro de la línea de “el autor está muerto” de Nietzsche —que se refiere a que las personas no son libres, pues sus pensamientos y actos son orquestados para ellas— lo desarrolla en otra dirección. Explora que tanto las instituciones educativas, como las que desarrollan el conocimiento y las que lo difunden, tienen el poder de establecer lo que es normal en nuestra sociedad, pero no dictamina que el sujeto está supeditado sin cambios a estas condiciones.
Para ser normales encajamos en etiquetas dependiendo a las epistemes de nuestro tiempo y lugar, y aquellos que fallan en lograrlo son desplazados fuera de los núcleos en instituciones penitenciarias, mentales, o en la pobreza (por mencionar algunos casos extremos, mas habrá que considerar una gradación amplísima de posibilidades). Vivimos en un sistema de exclusividad y disciplina que nos exige a cumplir con los modelos de normatividad de nuestra cultura —nos sentimos observados y juzgados— por lo que nos convertimos en buenos ciudadanos, pero también en sujetos dóciles al creer que es nuestra responsabilidad someternos a esa disciplina de poder.
Es así, que un poder oculto nos doblega a un comportamiento con expectativas incuestionables que, supuestamente al cumplirlo, nos conduce a la felicidad. Lo anterior es falso con relación a la supresión del ser (nuestro sujeto), sin embargo, es verdad que estos lineamentos de control hacen que nuestra sociedad funcione y establezca normas y valores característicos de cada lugar y época. Foucault no piensa, entonces, que somos títeres en el caso de ser capaces de evaluar y restablecer nuestro sujeto (nuestro ser), pues podemos constituirlo y negociarlo continuamente en función a lo normativo. A diferencia de Platón o Descartes, el filósofo francés no concluye que el sujeto fuese una sustancia —o bien, el alma—, pero sí: que está constituido históricamente, que está constituido por sí mismo, que es ontológicamente distinto al cuerpo (sin ser una sustancia), y que se constituye a través de sus técnicas y prácticas. Concediéndonos una línea para cambiar internamente.
A pesar de lo anterior, sus ideas de la ética se integran con el antiguo pensamiento griego que vinculan la ética con el carácter y se ubican en oposición a la categorización de los actos buenos o malos, pues “la ética se entiende a sí misma para representar verdades históricas”. Este concepto se ha visto amenazado por la visión cristiana de la salvación que desemboca actualmente en el cuidado propio como fundamento moral y que converge al egoísmo.
Foucault anuncia que el sujeto nunca podrá vislumbrar la verdad ética por los juegos sociales de la verdad, el poder y el conocimiento; al haber una ausencia de garantía en lo verdadero, el sujeto queda atado a la subjetivación moral en la que sólo restan “prácticas éticas y técnicas para resistir el poder, construir una moral, una consciencia y un ser hermoso”. En acuerdo con otros pensadores de la actualidad, suscribe que es imposible escaparse de las estructuras sociales, instituciones y el discurso normativo en el que estamos constituidos, pero sí, identificarlos y entenderlos para desarrollarnos éticamente para maximizar nuestra vivencia estética.
Todos tenemos la capacidad de reinventarnos como una obra de arte, para disfrutar nuestra vivencia en concordancia a nuestro ser y al de los demás. Hay un acuerdo generalizado en que el ser no tiene una verdadera génesis, solo una continua reconstrucción, lo cual hace del ser un producto social, y de lo cual podemos beneficiarnos si entendemos su evolución.
Michel no descarta la creatividad, la originalidad ni la experiencia particular de emociones y pensamiento como línea de reflexión, mas sí, denota la dificultad que significa afrontarlas con el poder predeterminado de la normativa social donde ocurran. Consecuentemente, las epistemes regulan nuestras ideas al determinar lo que sabemos, cómo lo sabemos, así como las interpretaciones que se le puedan dar al mismo conocimiento, por lo que hace —casi— imposible pensar fuera de las reglas preestablecidas. Las epistemes son el fundamento donde formulamos nuestras bases conscientes e inconscientes y son arduos de cuestionar. Como analogía chusca: Tom & Jerry (la caricatura), podían correr sobre el aire hasta darse cuenta que ya no había piso, y entonces caían.
Sin lugar a duda, Michel Foucault recibió muchas críticas, siendo expuesto incluso como “el niño terrible del estructuralismo”, pero para lo que a nosotros compete, nos otorga un pensamiento crítico que concede una expansión personal para provocar un bienestar coherente tanto individual como contextual. Foucault mutó en su propia complejidad, algunas historias lo retratan como un pensador excepcional especializado en cada una de las ramas de la Humanidad, otras más, como un homosexual atormentado que alguna vez quiso suicidarse. Tuvo una vida controversial denotada por su éxito intelectual, un uso moderado de sustancias y sadomasoquismo, que termina con una muerte a causa del sida. Escapó de una sola identidad o narrativa al vivir de acuerdo a sus ideas y transformarse continuamente “para convertirse en alguien más de lo que era en un principio”.
Glosario de palabras según la RAE:
Episteme: Conjunto de conocimientos que condicionan las formas de entender e interpretar el mundo en determinadas épocas.
Ontología: Parte de la metafísica que trata del ser en general y de sus propiedades trascendentales.
Este artículo está basado en el escrito:
MICHEL FOUCAULT: A BRIEF INTRODUCTION TO MAJOR FOUCAULTIAN THEMES por Nancy Ali (Estudiante de Doctorado en la facultad de Salud y bienestar, Sheffield Hallam University, Postgraduate Research Centre, nancy.ali@student.shu.ac.uk).