Por Guillermo Reyes
En los últimos años, la percepción de precariedad en el entorno laboral ha ido en aumento, lo que ha puesto de relieve diversos factores de riesgo psicosocial contemplados en la Norma Oficial Mexicana 035 (NOM-035) de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social. Entre los más relevantes destacan las jornadas extensas, la sobrecarga laboral y las prácticas de liderazgo, que se han convertido en los puntos más apremiantes a atender.
Frente a este panorama, resulta indispensable establecer mecanismos que no solo permitan cumplir con la normatividad, sino también impulsar una cultura laboral en la que empleadores y colaboradores cuenten con herramientas, capacitaciones y procesos que favorezcan un ambiente de trabajo sano y productivo. Los estudios realizados en empresas que han evaluado sus riesgos psicosociales evidencian que las áreas más críticas se concentran en la carga y la jornada laboral. En ellas destacan problemáticas como ritmos acelerados, cargas contradictorias, interferencia entre la vida laboral y familiar, así como la percepción de exceso de trabajo.
Diversos análisis externos a la NOM-035 confirman este escenario. Por ejemplo, la OCDE señala que en México se laboran en promedio 2,226 horas al año, frente a las 1,752 horas del promedio general de los países miembros. A esto se suma una cultura arraigada en la que muchos trabajadores perciben sus actividades como excesivamente demandantes, realizadas bajo un ritmo constante y con escasas pausas para la recuperación física y mental. La falta de capacitación y claridad en los procesos agrava esta situación, generando una sensación de frenetismo y de “falta de tiempo” para ejecutar adecuadamente las tareas.

El Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) ya advertía antes de la pandemia que México figuraba entre los países con mayor incidencia de fatiga por estrés laboral: al menos 75% de los trabajadores reportaba esta condición, superando a China (73%) y Estados Unidos (59%).
Para los empleadores, la atención a estos indicadores es clave. Mejorar las condiciones de la jornada y equilibrar la carga de trabajo no solo incrementa la productividad, sino que también fortalece la satisfacción laboral y la percepción de apoyo hacia los colaboradores.
En este contexto, el liderazgo juega un papel decisivo. Los líderes son el rostro de las organizaciones y su ejemplo repercute directamente en la cultura laboral. Sin embargo, gran parte de ellos reconoce no contar con la capacitación necesaria para enfrentar los retos diarios de la operación, lo que puede detonar estilos de liderazgo poco efectivos, falta de claridad en las funciones y, en consecuencia, un ambiente de trabajo hostil.

De hecho, una deficiente gestión interna puede derivar en violencia laboral. Datos recientes indican que 44% de los profesionistas mexicanos ha sido víctima de acoso laboral (mobbing), de los cuales la mitad son mujeres, mientras que 65% ha presenciado este tipo de conductas en contra de algún compañero. Estos factores impactan directamente en la productividad de las empresas, aumentando la insatisfacción, el ausentismo y la rotación de personal, con efectos adversos en la estabilidad económica y operativa.
En este escenario, la NOM-035 STPS se convierte en una herramienta estratégica. Más allá de su carácter obligatorio, ofrece un diagnóstico valioso sobre el estado de las organizaciones y señala los puntos focales en los que se deben implementar cambios. Adoptar estas medidas no solo contribuye al cumplimiento normativo, sino también a la construcción de entornos laborales más saludables, sostenibles y competitivos para todos.

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