Es una pregunta que parece simple, pero esconde una verdad compleja: en un mundo que constantemente nos empuja a encajar, a filtrar, a editar lo que somos según el entorno, ser auténtico puede convertirse en un acto de valentía. Y aún más desafiante resulta cuando esa autenticidad se pone a prueba en el entorno laboral.
Vivimos conectados todo el tiempo. Lo que antes era privado, hoy puede hacerse público con solo un clic. Y eso nos lleva a cuestionar:¿Dónde termina tu vida personal y comienza la profesional? ¿Es posible trazar esa línea con claridad en un mundo que nos exige estar presentes, visibles y productivos todo el tiempo?
En muchas oficinas, estudios, plataformas y juntas virtuales, las personas sienten que deben mostrarse de una forma específica: correctas, contenidas, adaptadas a una cultura laboral que muchas veces no deja espacio para lo emocional, lo artístico o lo diferente. Pero, ¿qué ocurre cuando decides no dividirte? ¿Cuándo decides ser tú mismo sin pedir permiso?
Conoce a Ingrid Brans.

Ingrid Brans es una modelo mexicana, pero también dueña de su propia empresa y ha encontrado el balance perfecto entre su vida privada y profesional. Vive su verdad con una intensidad que puede incomodar, pero también inspira. Ingrid no se esconde detrás de lo que “debería” ser; se muestra, se expresa, y, sobre todo, se asume. Su forma de vivir es una declaración constante: ser tú mismo no es un privilegio, es una decisión diaria.
Y es que no se trata solo de administrar el tiempo entre el trabajo y el descanso, sino de dejar de fragmentarte. Dejar de convertirte en versiones distintas de ti mismo para poder pertenecer en distintos espacios.
El equilibrio real comienza cuando dejas de esconder partes de ti para encajar. Cuando no necesitas salir del trabajo para sentirte tú. Cuando tu autenticidad no se apaga al encender la cámara o entrar a una reunión.
Así que vuelve a hacerte la pregunta, pero esta vez con más profundidad: ¿Qué tan lejos llegarías para ser tú?
¿Hasta dónde estás dispuesto a defender tu esencia en un mundo que muchas veces te pide lo contrario? Y sobre todo, ¿te estás permitiendo mostrar quién eres, incluso en el trabajo?
Tal vez el verdadero éxito no está solo en lo que logras, sino en cómo lo logras. En cuánta verdad hay en el proceso. Porque ser tú, con todo lo que eso implica, no es una amenaza. Es tu mayor fortaleza.
Consejos para encontrar ese equilibrio sin dejar de ser tú:
1. Establece límites claros.
Define tus horarios, tus momentos de descanso y tus espacios personales. Defender tu tiempo también es defender tu salud mental.
2. Sé auténtico, pero estratégico.
Ser tú no significa exponerlo todo. Puedes ser auténtico sin perder la privacidad. Comparte lo que te representa, sin sentirte obligado a mostrar más de lo necesario.
3. Rodéate de entornos que valoren la individualidad.
Busca —o crea— espacios laborales donde la diversidad de pensamiento, estilo y expresión no solo se respete, sino que se celebre.
4. Escucha a tu cuerpo y tus emociones.
El desequilibrio se manifiesta en forma de fatiga, ansiedad o desmotivación. Cuando lo sientas, no lo ignores. Es tu forma interna de decir: “necesito espacio para mí”.
5. No pidas permiso para ser tú.
La autenticidad no se negocia. Si sientes que debes disfrazarte para pertenecer, tal vez no es tu lugar. Tu identidad es tu activo más valioso.