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María del Pilar Montes de Oca

Entrevista por Potencial Humano
María del Pilar Montes de Oca_1

Queridos lectores, en esta edición de Potencial Humano tenemos como invitada a una mujer realmente fascinante. Ella es la fundadora de Algarabía, la revista cultural más influyente de México, y dirige una empresa de investigación y semiótica llamada Aljamía, de la cual hablaremos más adelante. Además, es la firma experta en naming y peritaje lingüístico Non, autora prolífica, editora de sus propias publicaciones y docente. Es conocida por su pasión por el humor y la enseñanza. Cada miércoles tiene su propio espacio en Radio Fórmula, y sus conferencias, que combinan saber, anécdotas y humor, son una experiencia única que motiva a los asistentes a aprender, reír y encontrar herramientas para ser mejores seres humanos. Te doy la bienvenida a este espacio.

Muchas gracias por la invitación. La verdad es que este es un espacio muy interesante. Yo soy humanista de corazón, me parece que el ser humano es realmente fascinante.

Quiero comenzar preguntándote, ¿qué desafíos enfrentaste al fundar Algarabía, sobre todo en un país con tan diversas perspectivas culturales y un gran déficit de lectura?

Es un desafío complicado. A lo largo de los sexenios, las políticas de fomento a la lectura han cambiado constantemente, lo que no ayuda en nada, ya que cada sexenio trae consigo una nueva visión que pone en riesgo proyectos como Algarabía. La revista, finalmente, es un bastión cultural, una herramienta de introducción y fomento de la lectura, que acerca a la gente al saber y al conocimiento sin ninguna pretensión. No necesitas tener un trasfondo cultural para disfrutarla; cualquier persona puede entenderla y aprender. Sin embargo, venimos de una educación que, desde la primaria o secundaria, nos presenta la lectura como algo complicado. Nuestra generación, por ejemplo, creció con la colección Sepan Cuántos, que no tiene nada de malo, pero recuerdo esas dobles columnas… El Cid… y lo hacía parecer algo muy complejo. Desde pequeños, nos enseñaron a ver la lectura como una obligación, cuando en realidad debería ser un placer, algo tan disfrutable como ver una serie. La lectura debe ser una experiencia de goce, de disfrutar cada palabra, cada significado. Ahora, por ejemplo, estoy leyendo a la Premio Nobel, Han, su libro La Clase de Griego, que acabo de conseguir, y es fascinante. Claro, estoy leyendo una traducción porque no hablo coreano, pero lo que quiero resaltar es lo interesante que resulta cada palabra, cada forma de describir las cosas; es un placer leerlo. Algarabía ha tenido que lidiar con los retos de un país donde la gente cree que leer es doloroso, complicado y tedioso. El pensamiento de «solo me faltan 36 páginas» o «ya casi termino, solo 12 más» es común, pero la lectura no debería ser vista de esa manera. Es algo que todos vivimos, y sigo viendo en las nuevas generaciones, como la de mis hijos. No percibo un gran cambio en cuanto al hábito lector. El desafío para Algarabía es, además de los obstáculos económicos, el hecho de que los anunciantes no la ven como un medio capaz de atraer clientes potenciales. Aunque Algarabía se vende bien, ha tenido que salir adelante a base de esfuerzo propio, enfrentando dificultades sin el apoyo de influencias gubernamentales ni organismos que la respalden. Es realmente complicado cuando no cuentas con ese tipo de apoyo.

Claro, además hemos atravesado una especie de decadencia en los medios impresos, ya que todo se ha digitalizado. No creo que los impresos vayan a desaparecer. En particular, los libros y algunas revistas se han convertido en objetos de lujo para un público específico que sigue amando la lectura.

Por supuesto, los libros y otros materiales de lectura se han convertido en objetos apreciados y coleccionables. Es fascinante cómo la lectio, o el acercamiento al texto, ha cambiado tanto para nuestra generación como para las más jóvenes. Ya no estamos acostumbrados a leer la letra pequeña, el renglón seguido, ni siquiera el texto en su forma más tradicional. Hoy en día, preferimos todo presentado en gráficos, a color, y de manera visualmente atractiva. Esto genera un problema serio, pues lleva a pensar que todo el aprendizaje debe ser audiovisual —como los videos o, por ejemplo, TikTok—. Recientemente, estuvimos analizando este fenómeno y es impresionante la ansiedad que genera la rapidez de su reproducción, junto con la adicción a presionar continuamente el botón para avanzar al siguiente contenido. Además, el formato vertical ha venido a profundizar aún más un problema ya planteado en Internet.

Este rechazo a la lectura no solo afecta a aquellos que no están acostumbrados a leer, sino que también ha permeado incluso las esferas más altas. Como creativo y empresario, me sorprende que algunos presidentes o vicepresidentes no lean. Lo noto claramente cuando me piden presentaciones que no deben exceder media cuartilla.

Este fenómeno, como mencionas, desencadena otros problemas, porque el hecho de no leer implica también no comprender. Existe un analfabetismo funcional, donde, aunque se sepa leer y escribir, como no se está habituado a leer, uno no entiende correctamente las instrucciones, no capta bien el planteamiento, o, por ejemplo, muchos estudiantes reprobarían exámenes solo por no saber leer adecuadamente las instrucciones. Algo que me parece igualmente interesante es que esto ocurre en todos los niveles socioculturales. Me he encontrado con directores y empresarios que no tienen la capacidad lectora para comprender lo que leen.

Desafortunadamente, todo esto genera una incomprensión de los problemas de fondo. Por ejemplo, entender lo que está sucediendo con las reformas constitucionales se vuelve complicado, pero bueno, no entremos en temas políticos.

En cuanto a mi experiencia con los libros de texto, realmente se han eliminado materias y áreas de conocimiento fundamentales para el aprendizaje. Claro que todo está interconectado, pero existen áreas de conocimiento que son imprescindibles. Con esta reforma educativa, la situación se ha complicado aún más, pues a veces es difícil entender hasta dónde llega el alcance de ciertas decisiones. Lo más preocupante es que los niños crezcan sin una base teórica sólida para resolver problemas. Recuerda que venimos al mundo a resolver problemas, y la inteligencia se forma a través del estudio y la capacidad de encontrar soluciones.

Estamos atravesando una crisis educativa muy grave, que nos tomará más de una década para superar. En tus conferencias, sueles combinar el humor con el conocimiento, lo cual me queda claro, pero me gustaría que le explicaras al público por qué crees que el humor es tan efectivo para transmitir ideas complejas.

Porque el humor hace que las ideas no se olviden. A veces es más fácil entender un concepto a través de la simpatía, de manera inteligente, usando un chiste, una broma o una anécdota. En mis conferencias sobre el lenguaje femenino y masculino, suelo utilizar muchos ejemplos de la vida cotidiana, porque reflejan lo que vivimos en cualquier contexto. Yo comencé a leer gracias a Jorge Ibargüengoitia, un gran humorista y escritor mexicano, y a través de su lectura me di cuenta de lo gratificante que es aprender, por ejemplo, sobre la Revolución Mexicana, riéndote de los generales y de su cotidianidad. El humor es una herramienta maravillosa. Además, creo que la risa es un alivio, sobre todo porque la gente tiene cada vez menos capacidad de atención, especialmente con las redes sociales. Si tenemos poco tiempo de atención y no hacemos el contenido ameno, las conferencias se vuelven aburridas.

Sobre las empresas que diriges, Aljamía y Non, que se centran en semiótica y naming, quiero preguntarte: ¿qué importancia tiene la semiótica y cómo la aplicas en tu trabajo?

Es un tema muy interesante. «Semios» proviene del griego, que significa signo. La semiótica, o semiología, es el estudio de los signos. Uno de estos signos pueden ser los signos lingüísticos, es decir, las palabras, que son un signo muy especial creado por el ser humano. No existe ninguna sociedad humana que no tenga lenguaje, y este se dio de manera natural, lo cual es fascinante, ya que no son lenguajes artificiales. Se calcula que existen alrededor de seis mil quinientas lenguas en el mundo, de las cuales muchas están desapareciendo todos los días. El ser humano, el Homo sapiens, es el único que posee la capacidad de lenguaje. Este es un tipo de análisis semiológico, pero existen otros. Por ejemplo, el hecho de que tú y yo usemos lentes puede hablar de nuestra edad o de algún problema de salud. Si tengo una pelota de béisbol, puede indicar que me interesa mi equipo; si llevo la boca pintada, refleja ciertos valores. El hecho de que lleves un cuerito en el cuello puede ser interpretado como un indicio de tu interés por la cultura. Y así, podemos analizar todo: el movimiento del cuerpo, el arreglo de los muebles en una casa, entre otros. Es decir, todo lo que hacemos puede ser traducido y analizado.

Nosotros utilizamos la semiótica para realizar investigaciones sociales, antropológicas y de marcas. Creamos nombres para productos y empresas (como Gamesa, Oikos, Nutritas, Baby Mango). Estos nombres los desarrollamos a partir de un análisis sociológico para entender qué busca el público. Esto nos ayuda a identificar qué tipo de palabras prefieren los consumidores y cuáles son más fáciles para crear una marca. También estudiamos fenómenos, como la manera en que las personas consumen tequila o cómo usan el automóvil. Por ejemplo, realizamos un estudio que comprobó que hombres y mujeres utilizan el coche de manera diferente. Nuestra hipótesis es que los cerebros femenino y masculino son completamente diferentes. Ya había leído teorías que indicaban que las mujeres tienen una forma distinta de acercarse a las compras que los hombres. Cuando realizamos un estudio sobre la compra de un Porsche, descubrimos que las mujeres no lo compran por el mismo motivo que los hombres. Aunque una mujer sea adinerada o directora de una empresa, sigue viendo el coche como un medio para llevar a los niños, los palos de golf o las mascotas. En cambio, los hombres ven el Porsche como una herramienta de «caza», una forma de mostrar a sus amigos que tienen éxito. Así es como funciona el inconsciente colectivo en México.

Tanto en Aljamía como en Non, lo que hacemos es profundizar en estos temas a través de la semiótica. En el campo de la antropología y la psicología, aplicamos nuestra metodología llamada Tegnística, que proviene de «tegnos» (signo en danés), lo que establece una conexión con Algarabía, ya que originalmente Algarabía era el boletín informativo de esa empresa.

Como mujer empresaria, ¿cuáles han sido las barreras más significativas a las que te has enfrentado y cómo has logrado superarlas en industrias predominantemente masculinas?

Yo pertenezco a la generación X, nacidos entre 1966 y 1984, en la que aún existía un fuerte machismo. Tuve amigas que no trabajaron, que no hicieron carrera profesional, que se casaron… aún viví en ese mundo. Déjame contarte que abrimos Aljamía en 1993, y hoy estamos cumpliendo 31 años. Quiero contarte una anécdota: en ese entonces conocí a Camilo Sansores, quien tenía la revista Sky, una de las más importantes. Yo estaba trabajando en la revista para él, y un día me invitó a comer. Yo tenía 26 años. Cuando nos sentamos, quiso sobrepasarse. Yo quería hacer negocios y ser empresaria, pero no lo permití y seguí hablando con él. Siempre digo que el valiente llega hasta donde el cobarde quiere. Esto pasa en todos los niveles, pero no hay que permitirlo. También tuve un socio al que quiero y admiro, con quien trabajamos en un proyecto para una revista que era la cartelera del cine, que se distribuía en lugares como Sushi Itto, Domino’s y Starbucks. En ocasiones, yo tenía una visión diferente a la suya, y él se sorprendía de por qué no hacía lo que él quería, como si fuera lo normal: acatar lo que el hombre decía. Pero yo sabía que solo actuando de manera independiente podría desarrollarme. Siempre he creído que es importante argumentar y explicar por qué no estás de acuerdo. Me encontré con mucho machismo, pero eso no me detuvo; supe navegar en él sin unirme a ningún movimiento feminista, y jamás he dicho cosas como «pobres mujeres», porque considero que al hacerlo, nos colocamos en una situación vulnerable que va en contra de lo que realmente buscamos. Debemos luchar por las mismas oportunidades para todos los seres humanos, y reconocer las capacidades individuales. Algunas personas me dicen que qué bueno que tengamos una presidenta mujer, y yo les pregunto: ¿por qué es tan bueno? Debe ser tan bueno o malo como si fuera hombre, lo importante es medir su trabajo.

El feminismo radical, en cierto modo, va en contra del principio de igualdad.

Estoy completamente de acuerdo contigo. Contraviene lo que realmente estamos buscando.

Es justo lo opuesto. El feminismo radical termina siendo un machismo de facto.

Exactamente, porque divides a la gente en hombres y mujeres, lo cual es tan sexista como dividir por razas. Somos seres humanos, simplemente. Decir «qué bueno que tenemos una presidenta mujer» es lo mismo que decir «qué bueno que hay una primera persona pelirroja». Me preocupa que, en las generaciones posteriores a la mía, todavía haya niñas y niños con actitudes sexistas, y que no se haya avanzado realmente en este tema. El movimiento LGBTQ ha ganado terreno, y eso es maravilloso, pero sigo viendo casos en los que las mujeres siguen estando en una situación vulnerable, y a veces incluso los propios movimientos feministas no contribuyen a solucionar este problema.

Exacto. En relación a lo que mencionas en tus conferencias sobre cómo el conocimiento nos otorga libertad, poder y felicidad (aunque este último concepto puede ser debatible, ya que se dice que entre menos sepas, podrías ser más feliz al no ser consciente de la terrible realidad que nos afecta), me gustaría que compartieras una experiencia personal en la que el conocimiento haya transformado tu vida de manera radical. Me refiero a un momento en el que hayas adquirido algún conocimiento específico que marcó un parteaguas en tu vida.

Estoy total y absolutamente convencida de que el conocimiento cambia la vida. Cuanto más sabes, y no me refiero solo a la teoría, sino a cosas tan prácticas como cómo destapar un corcho, coser un botón, planchar o hacer un huevo revuelto, cada cosa que aprendas te va a facilitar la vida diaria. Como consecuencia, tu vida será más fácil, y, por lo tanto, estarás más contento. Además, el conocimiento te proporciona herramientas para ser más seguro de ti mismo: escribir sin faltas de ortografía, redactar un correo o un currículum sin problema, o elaborar un texto, por ejemplo. No importa a qué te dediques; el conocimiento genera seguridad. Hablo del conocimiento en general, y claro, hay ciertos saberes que preferiría no tener, como información sobre celebridades que no me interesan y que no me sirven para nada. Te cuento algo curioso: nunca pude meditar aunque practico yoga, porque mi mente siempre está divagando, así que decidí aprender cosas de memoria, como los nombres de todos los países del mundo y sus capitales, los presidentes de México, los libros de Borges, las obras de Woody Allen, entre otros. Al repetir, por ejemplo, los libros de Borges, entro en un estado que para mí funciona como una meditación.

Muy interesante. Como buena lingüista, y desde tu perspectiva, ¿cuál es el papel del lenguaje en la construcción de la identidad de los hispanoamericanos hoy en día?

Es muy interesante, pero quisiera separar un poco nuestra historia como nación y nuestra relación con España. Lo absurdo es que, durante mucho tiempo, los españoles dominaron la lengua a través de la Real Academia Española, cuando de las seis mil lenguas que mencioné, solo se consideran dos lenguas importantes: el español y el francés. La hegemonía del lenguaje fue asumida por la Real Academia, y no seguir sus reglas significaba estar completamente equivocado, porque las palabras de aquí no eran tan buenas como las de allá, etc. Sin embargo, me tocó en la facultad de Filosofía y Letras estudiar Náhuatl y otras lenguas originarias, lo que nos permitió reconocer la riqueza de nuestra lengua. Hoy intentamos exaltar la identidad mexicana y latinoamericana a través de expresiones como el Chingonario, el Pedonario e incluso el Godinario, porque el valor de hablar de manera diferente, el ser únicos al utilizar ciertas palabras, refuerza nuestra identidad. Ejemplos como «qué pex» o «qué pachuca» (por Toluca) demuestran nuestra creatividad lingüística, lo que habla de cómo tenemos el cerebro sumamente desarrollado y, al mismo tiempo, nos permite entendernos entre nosotros. Estas palabras son más juguetonas, pero hay otras del habla cotidiana, como «luego luego», que usamos para expresar que algo ocurre inmediatamente, no en el futuro. O, por ejemplo, los diminutivos que aplicamos a los adverbios (despacito, ahoritita), algo que también hacemos con los adjetivos (chiquito, pequeñito). Todo esto contribuye a que la identidad latinoamericana y mexicana sea muy importante, algo de lo que podemos sentirnos orgullosos. Ahora bien, la escritura es otro tema. Una cosa es hablar como quieras, pero escribir correctamente tiene reglas, y si no las sigues, terminas generando malas comunicaciones.

En tus publicaciones, abordas temas complejos de una manera accesible y divertida, lo que es la gran magia de Algarabía. Entonces, ¿cuál es el secreto para lograr esa conexión entre la profundidad del contenido y la simplicidad en su entrega?

Creo que son cuatro factores clave: la brevedad, el humor, una redacción clara y una ilustración que complemente. Por ejemplo, tenemos una sección nueva llamada «El Elemento del Mes», donde hablamos de los elementos de la tabla periódica. Si tocamos el Rodio, nuestro editor lo presenta de manera tan amena y con juegos de palabras tan ingeniosos que, además de provocar una sonrisa, hace que el concepto se quede grabado en la memoria. Es un experimento muy lindo. Recuerdo que cuando leí a los estructuralistas del siglo XX, sus textos eran complejos y ellos los enriquecían aún más con la elegancia que imprimían, pero no se trata de eso. La idea es transmitir la información de manera clara y no complicar aún más un concepto.

Entiendo, la clave está en transmitir la idea de forma sencilla. En tu faceta como docente, te has extendido a varios medios, incluyendo la radio. ¿Qué diferencias encuentras entre enseñar en una universidad y comunicar a través de un programa radial?

Mis alumnos me quieren mucho y dicen que aprenden mucho conmigo, pero yo creo que soy una mala maestra porque no tengo paciencia. Si alguien no entendió, les pido que le pregunten a su compañero. Por eso me considero una mala maestra. A pesar de esto, trato de preparar todos los contenidos para que sean fáciles de entender. Por ejemplo, enseño gramática española, que es muy compleja, pero trato de hacerlo de manera simpática, usando ejemplos que los hacen reír y, lo más importante, que no se les olvidan. Con la radio, todo varía un poco, ya que tiene que ser más breve, pero intento ser igualmente clara. Actualmente, estoy muy contenta con Azucena Uresti, quien me invita a su programa todos los miércoles, y estamos haciendo un excelente trabajo. Además, pronto tendremos un programa en Canal 11.

Si tuvieras que resumir el propósito de tus conferencias y tus intervenciones en radio en una sola palabra, ¿cuál sería y por qué?

«Stand-up cultural». Primero, porque me encanta contar chistes y hacer reír a la gente, y segundo, porque siempre van a aprender algo. Es decir, si no te sirve para algo importante, al menos podrás romper el hielo en una cita con datos como: «¿sabías que los esquimales tienen más de 20 palabras para lo que nosotros llamamos nieve?».

Es fascinante. Es evidente tu amor incansable por el aprendizaje, así que quiero preguntarte, ¿qué has aprendido recientemente que ha impactado en tu carrera?

He aprendido que no importa cuántos años tengas o lo que sepas, siempre puedes cometer grandes errores, y que aunque Dios perdona los pecados, esos errores no los perdona y, lo peor, los pagas muy caro. Aprender de los grandes errores que he tenido me ha permitido empezar de nuevo varias veces. En ocasiones, estos errores han sido producto de la soberbia, de creer que ya no volvería a ocurrir, pero ¿sabes qué? Sí pasa.

Ha sido una conversación maravillosa. Te agradezco mucho el tiempo que nos brindaste.

Gracias a todo el equipo de Potencial Humano. Espero volver pronto a esta gran plataforma para hablar de otros temas.

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