¿Mientes o no?
Nuestras micro expresiones faciales lo detectan
Por revista Potencial Humano
Paul Ekman es un psicólogo norteamericano reconocido por ser el precursor del estudio sobre las emociones y expresiones faciales, uno de sus trabajos más reconocidos es el “Proyecto Diógenes”, llamado originalmente “Proyecto Wizards”, en el que se centró en describir las micro expresiones faciales, las cuales pueden utilizarse para la detección de mentiras con un cierto grado de confiabilidad.
Para estudiar el postulado se desarrolló el Sistema de Codificación Facial de Acciones (Facial Action Coding System FACS, en inglés), un método para clasificar las expresiones humanas a través del estudio de los movimientos asociados a los músculos de la cara.
Nació el 15 de febrero de 1934 en Washington DC dentro de una familia judía, su padre era pediatra y su madre abogada; lamentablemente, ella padecía de un trastorno bipolar que la llevó al suicidio cuando Ekman era solo un adolescente. Un suceso que transformó su vida y que con el tiempo lo llevó a un genuino interés por la psicoterapia.

Su carrera comenzó desde muy joven, cuando tenía 15 años entró a la Universidad de Chicago, la cual en esos momentos contaba con un programa que admitía a estudiantes brillantes que no habían terminando la secundaria, siendo Ekman uno de ellos. Durante su estancia conoció el mundo de los intelectuales, descubrió las teorías de Sigmund Freud y comenzó a interesarse por la psicoterapia.
Ekman cursó sus estudios en la Universidad de Chicago y en la Universidad de Nueva York, obteniendo su licenciatura en 1955. Comenzó sus investigaciones sobre las expresiones faciales y el movimiento corporal en 1954, tomando este como tema de su tesis de pregrado, y en 1958 obtuvo su doctorado en psicología clínica en la Universidad Adelphi.
A pesar de que en la Universidad Adelphi los estudios se centraban más en la práctica clínica que en la investigación, Ekman se inclinó por la investigación. Incluso después de obtener su licenciatura decidió dejar a un lado la psicoterapia para dedicarse a observar sesiones con terapeutas a través de un espejo unidireccional.
Estas observaciones le sirvieron para descubrir la base de lo que sería su carrera: la importancia de los canales no verbales.
Gracias a las sesiones Ekman logró entender que lo contenido en ellas no solo se transmitía por canales verbales, sino que, la mayoría de la información se daba a conocer a través de gestos, expresiones faciales e incluso el tono de voz.
Estuvo trabajando durante un año como interno en el Instituto Neuropsiquiátrico Langley Porter, el hospital psiquiátrico de la Universidad de California. Al terminar la carrera fue reclutado por el ejército donde sirvió como psicólogo del campamento de Fort Dix en New Jersey, cabe mencionar que los soldados nunca se vieron fascinados por sus sesiones, pero su trabajo ahí le permitió conseguir sus primeros logros como investigador al observar la conducta de los soldados que desertaban.
Después de pasar dos años como oficial de psicología clínica en el ejército, en 1960 Ekman regresó al Instituto Langley Porter, donde trabajó hasta 2004. Estando ahí comenzaron sus primeras investigaciones que se centraban únicamente en los movimientos de la mano y los gestos.
En 1971 recibió el Premio de Investigación Científica otorgado por el Instituto Nacional de Salud Mental, un premio que ganó cinco veces más, añadiendo que esta institución lo apoyó durante más de 40 años.
A lo largo de su vida Ekman ha tenido diversos puestos de trabajo. Desde 1972 hasta 2004 fue profesor de Psicología y asesor para el Departamento de Defensa de Estados Unidos y el FBI.
Sostiene que más de la mitad de la información que comunicamos se transmite por medio de canales no verbales, como lo son las expresiones de nuestro rostro. Ekman afirmó que la expresión de las emociones tiene una raíz biológica universal, y que no depende de la cultura en la que se desarrolla el individuo.
Gracias a una beca que consiguió pudo iniciar una investigación intelectual para analizar los gestos y la expresión de las emociones, llevándolo acabo con ayuda de un grupo étnico de Papúa en Nueva Guinea. Con los resultados obtenidos logró clasificar las expresiones llamándolas emociones básicas, estableciendo que toda emoción básica es universal, primitiva e independiente de la cultura, demostrando que estas tienen una expresión facial propia, que activa el organismo y el cerebro para preparar al cuerpo para una acción. Estas emociones son: alegría, tristeza, miedo, ira, sorpresa y asco.
A partir de este momento Ekman se dedicó a investigar las expresiones de los humanos y su interacción con las emociones que las crean. Para continuar con su trabajo, el psicólogo desarrolló un sistema para observar los músculos de la cara, en el que pasó años documentando.
Así en 1978 nació el Sistema de Codificación Facial de Acciones, un mecanismo para identificar cada músculo y gesto de la cara. Ekman logró añadir a la lista otras emociones universales como: la diversión, vergüenza, desprecio, culpa y alivio.
Más allá de sus teorías sobre las emociones, el Doctor desarrolló investigaciones relacionadas con la detección de mentiras; su teoría de las micro expresiones se ha aplicado alrededor del mundo.
El estudio de esto resulta ser un trabajo de mucho esfuerzo, el investigador en su libro “Telling Lies” explica cómo se puede detectar lo que alguien está sintiendo y así poder deducir si miente o dice la verdad.
Uno de sus proyectos más recientes es el “Atlas de las emociones” creado a petición del Dalai Lama, quien pensó que en este mundo moderno es necesario poder entender cómo las emociones influyen en lo que hacemos y decimos. El objetivo principal de este mapa era poder ayudar a que las personas tuvieran experiencias emocionales más constructivas. En este Atlas cada emoción se representa con un continente, y cuando fue publicado Ekman señaló que lo había creado con ayuda de su hija, la doctora Eve Ekman.
Ekman espera que este Atlas sea utilizado por los maestros en sus aulas escolares, pues tiene la capacidad de llegar a entender a una persona mayor a 9 años, y para que también sea usado por terapeutas para ayudar a sus pacientes a tener un mejor entendimiento de sus emociones.
Tiene varios doctorados honoríficos y ha escrito más de 100 artículos que han sido publicados en importantes medios de comunicación como lo es la revista Greater Good, de la Universidad de Berkeley, la revista Time, Scientist America, The Washington Post, Usa Today y The New York Times.
A su larga y destacada trayectoria se suma que en 2001 trabajó junto al actor John Cleese para realizar un documental al que llamarían “The Human Face” de la BBC. Y no solo eso, las teorías que realizó sobre las mentiras le sirvieron de inspiración para una serie televisiva llamada “Lie to Me” en la que el protagonista usa los patrones de Ekman para detectar las mentiras.